Una situación bancaria inexplicable
Julián Padilla
Los sistemas no son
perfectos, son hechos por el hombre y también las sub rutinas, los programas
fuente y lo más dramático, la mente humana que es capaz de crear y hacer todo
tipo de locuras, cometer errores pero tambien irregularidades.
Se entiende que la confianza
mutua, es la clave para el crecimiento de los negocios en las áreas de
servicios. Sobre todo cuando hablamos de servicios financieros. Sin embargo, a
veces queriendo hacer trucos a los ahorrantes, metemos en problemas a los clientes
internos, los cuales confían al igual que el externo, en las herramientas
disponibles para hacer frente a su trabajo, e intentar servir con eficiencia a
cada cliente.
No habíamos pensado que
estaríamos escribiendo este texto, es tanto así, que en la mañana de hoy
intentando comprar un producto en una librería cristiana, solicitamos a un
pastor su consejo, pues la idea que tenemos no es la de hacer daño, por eso no
mencionamos marcas, y mucho menos sumar incertidumbre a un sistema que debemos
salvaguardar.
Miles de clientes que
pudieran estar experimentando las mismas o peores experiencias que las vividas.
Nuestro deseo es el de llamar la atención, para que tengamos más cuidado con el
manejo de lo que para mucha gente es lo poco que tiene.
Muchas veces asumimos tener
el poder y que podemos hasta maltratar al cliente, aunque también se mantiene el reto de encontrarse con
clientes complicados como yo, que se atreven a decir lo que piensan y hasta a
sugerir cambios en procesos que muestran evidentes debilidades.
Nuestra posición es simple,
si esto que hoy le compartimos les sirve, póngase el sombrero. Pero veamos toda
la historia y luego intente ser el
jurado. Espero que este escrito lo lean los banqueros, y ojala también lo lea
la junta monetaria, los accionistas de los bancos, la súper intendencia y hasta
los ministros de hacienda e industria y comercio.
El día xx de diciembre
recibimos una llamada telefónica de un oficial bancario para ofrecernos amablemente
sus servicios y nos animamos a visitar ese banco, y abrir una cuenta de
ahorros. Al día siguiente, visitamos al oficial que nos llamó y procedimos a
hablar de varios temas de interés y finalmente dar apertura a esa cuenta de
ahorros.
Explicamos de manera clara
que queríamos una cuenta de ahorros de libreta tradicional, para tener siempre
constancia de la cantidad de dinero disponible de forma documental y evitar
sustos digitales.
Se completó el proceso, realizamos
el registro de nuestra firma, recibimos la libreta lista para ser usada y
pasamos a caja a realizar el primer depósito. Recibimos el comprobante del depósito
junto a la libreta con el importe entregado y salimos del banco habiendo dado
apertura, a una nueva cuenta de ahorros de libreta tradicional.
Al pasar una semana,
recibimos una transferencia en la cuenta recién abierta e hicimos lo lógico. Al
día siguiente visitamos el banco para que se nos actualizara la libreta de
ahorros. Pero ahí nos llevamos la primera sorpresa.
Cuando fuimos a caja, no se
registró físicamente en la libreta y tampoco estaba la transacción inicial, ni
la transferencia, y el cajero tampoco sabía el balance real disponible en
nuestra cuenta, para saber si podía atener nuestra solicitud de retirar en ese
momento 5 mil pesos. ¡Era como si la cuenta no existiera!.
El supervisor del área
intervino pues estuvo presente cuando se dio apertura y se nos despacho la suma
a retirar. Luego supe que si la cuenta tiene balance el cajero te puede entregar
cualquier retiro, pues si la cuenta no
tiene balance el “sistema” no autoriza el pago. Me encontré extraño que
un cajero no sepa el balance de la cuenta de un cliente para realizar un retiro
o cambiar un cheque.
De inmediato fuimos ante el
oficial que nos hizo la apertura con el retiro realizado, y nos quejamos pues
no teníamos la libreta actualizada. Este oficial fue a caja con la libreta, no
logró que se actualizara tampoco, pero al regresar me entregó una hoja con las
transacciones históricas de la cuenta y con el sello del banco. Indicándome
además que estaría escalando el problema y solicitando la corrección del mismo.
No conforme con la situación
varios días después volvimos al banco, y tampoco pudo el cajero actualizar la libreta.
Recordamos al ejecutivo que no se había resuelto y se nos prometió la pronta solución
del problema. Al día siguiente, el oficial nos comunicó que ya se había
resuelto el problema y que podíamos ir al banco a realizar la actualización de
la libreta.
Eso hicimos en el día de
hoy, pero al pasar por caja, no tampoco fue posible la actualización, y
decidimos retirar el 90% del dinero que habíamos depositado. Salimos del banco y recibimos otra notificación
de que “se había resuelto el tema”, que pasara nueva vez con la libreta para
poder actualizarla. ¿Algo sistémico con atenciones tan rápidas?
En ese punto estamos, pero
¿Cómo confiar en un sistema que le dice a un gerente de sucursal, que un
problema ha sido resuelto en distintos momentos y cuando el cliente vuelve,
resulta que no es cierto?. ¿Dejar el dinero ahí?.
¿Por qué confiar en las
transacciones digitales que se quieren imponer con el tema de la BANCARIZACION,
INCLUSION FINANCIERA, BILLETERA DIGITAL, si dependen totalmente de sistemas
vulnerables?.
Honestamente, estamos frente
a una situación muy delicada, y nos preguntamos, ¿qué tan efectivas son las regulaciones
que se tiene con el sistema bancario nacional?.
De esto que hoy compartimos
tenemos lógicamente toda la documentación: la libreta, los tickets para ser
recibidos por personal del banco, los volantes de depósito o retiro, la hoja
del histórico de transacciones sellado por el banco, y la misma muestra de la
transferencia bancaria impresa.
Las atenciones personales,
la afabilidad, todo esto de excelencia no sirve de nada, cuando el cliente ve
que no puede confiar lo poco que tiene, a quien se supone debe custodiar física
y sistémicamente sus activos más líquidos.

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