Derrumbes
y calidad en las construcciones y obras
Julián Padilla
No es suficiente con la
calidad en los materiales de construcción para garantizar una terminación
adecuada de una obra. Tampoco es suficiente la experiencia en esta materia,
cuando las mañas y falta de ética acompañan las prácticas utilizadas, buscando
más ahorros y engaños al inversionista que la durabilidad, calidad, y seguridad
de la infraestructura.
No es lo mismo hablar de las
razones del derrumbe del Jet Set, que citar los múltiples derrumbes que se han
producido luego de la ocurrencia de uno de los años más lluviosos de la
historia reciente en la República Dominicana.
La cantidad de lluvias
torrenciales que acontecieron en este 2025, no solo provocaron enormes daños a
la agricultura, a puentes, viviendas, carreteras durante las tormentas y
lluvias, sino que los daños se cifraron en los días y semanas subsiguientes a
las lluvias torrenciales o el paso de fenómenos que como Melisa desbastaron amplios
territorios en el país. Todavía hay zonas no recuperadas por las inundaciones
provocadas por esta temporada ciclónica reciente.
Pero quiero introducir un
tema que seguramente no es nuevo para los expertos en materia de construcción
en el país, y quiero referirme a la calidad de mano de obra como piedra
fundamental en la industria de la construcción del país. Y nuestra pregunta en
este sentido es: ¿existe participación humana, responsabilidad de los actores
directos, en los desastres que recientemente han venido explotando como consecuencia
de lo que a todas luces, parece ser producto de la mala calidad en los procesos
de construcción en las edificaciones colapsadas?.
Recientemente el CODIA
indicaba de manera oficial, que estas edificaciones colapsadas tenían como un
factor determinante importante la falta de supervisión. Y claro está, cuando
nos enfocamos en los procesos que se necesitan recorrer para completar un
proyecto, edificar adecuadamente, el
elemento humano es preponderante, determinante, sin posibilidad de ser excluido
del 100% de los procesos en esta materia.
No es la inteligencia
artificial la que coloca blocks, empañeta, realiza zapatas o realiza las
instalaciones sanitarias o eléctricas en una edificación. Y cabe la pregunta
tonta ¿si manos oscuras han intervenido?, ¿buscando beneficios por ahorros
injustificados, para maximizar los beneficios del constructor, o un espíritu de
mala fe por parte de personas con rencor o deseos de venganza, cosas que se
hacen mal o se dejan de hacer en una edificación, resultando a largo plazo en
catástrofes como las que se han venido propagando luego de esta temporada
ciclónica?.
En cualquiera de los dos
casos, la supervisión inapropiada es la respuesta, si se quiere medir la
calidad de esas edificaciones colapsadas o deterioradas casi recién
inauguradas. Hay preguntas que sobre salen, cuestionamientos serios a la
calidad y sobre todo a la “ética olvidada”, pues se ha diseminado un cultura
casi en todas las áreas, donde lo que importa es engañar y robar a toda costa,
para lograr el enriquecimiento a cualquier precio.
Una mala compra de
materiales, un mal uso de materiales incluso de buen material, un cálculo
incorrecto de la mezcla de materiales necesarios para una edificación buscando
ahorros técnicamente peligrosos, una terminación pésima que luego trae enormes
vicios de construcción. Las explicaciones se buscan para ver carreteras recién
inauguradas y que por el paso de una sola temporada ciclónica ya tramos
completos se agrietan. Puentes que colapsan, pedazos de autopista que tienen
socavones, hoyos y zanjas que surgen como consecuencia del engaño en la
pavimentación o uso inapropiado y consciente de materiales. Parecería que la
cultura y el negocio es abrir zanjas, cerrarlas y en varios meses volver a
abrir zanjas y cerrarlas. Una estrategia dolosa con la que siempre podemos
cubicar. Eso sí, “gobierno que trabaja, país que progresa”, o como decía un
compadre, “zanja abierta tubo en tierra”.
Parece que existe la
industria del dolo y del engaño diseminado en todo el territorio nacional y que
no solo los balsinos de la cosa pública que utilizan saco, corbata, cuello
blanco, (popis o ex wa wa wa), y los que
supervisan obras, los que participan del saqueo de la confianza pública, y
además, provocando catástrofes que han sabido terminar con la vida de muchas
personas. Se dice que incluso oficinas activas que albergan entidades públicas
han sabido sufrir colapsos de áreas, arriesgando la vida de muchos servidores
públicos.
El robo al erario, la necesidad
de proyectar el cuento de excelencia, el engaño al país, a la ciudadanía, al
cliente, cosa que se ve a diario, desde lo pequeño en una simple labor de
fontanería, electricidad, mecánica, albañilería, a un proyecto complejo como es
una edificio de apartamentos, o tratándose de obras importantes de construcción
del estado. Ese engaño que ha sabido convertir a pordioseros y mendigos de una
obra en nuevos ricos estafadores, también les ha convertido en criminales no
supervisados y apoyados por un sistema y una cultura, que arriesga la vida de
miles de personas en el país a cambio de la su excelente calidad de vida.
La misma situación que tanto
se critica con los sonados casos de corrupción, es la que también por décadas
viene experimentándose a mansalva en muchas construcciones del país y obras públicas.
Agravados por un elemento que no es nuevo y que el CODIA vuelve a sugerir
públicamente, la falta de supervisión, y agregamos falta de ETICA, que puede
traer todo tipo de bemoles, y que a la larga puede convertirse en lo que nunca
se puede corregir en muchas edificaciones, los vicios de construcción,
derrumbes y la muerte de mucha gente inocente.
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