Apariencias, brillo y oro
Julián Padilla
¡Qué complicadas se han
vuelto las relaciones humanas que debían ser significativas cuando se fundamentan
en los criterios de la apariencia, el brillo y el oro!. Ciertamente hay
sabidurías populares que dependiendo del contexto, tienen una aplicabilidad
positiva. Pero cuando se trata de las relaciones humanas significativas,
amistad verdadera, pierden casi totalmente significado o importancia. Para los
que te conocen y aprecian de verdad, lo que importa es tu existencia no tanto
tu apariencia.
Pero son mucho más populares
los dichos sociales: La mujer del Cesar no solo es la mujer del Cesar, debe
aparentarlo. No todo lo que brilla es oro. Las apariencias engañan. Las malas compañías
corrompen las buenas costumbres. Si dos caminan juntos es porque están de
acuerdo. Dime con quién andas y te diré quien eres. Maldito el hombre que cree
en el hombre. De lo que hay en el corazón habla la boca. Guarda tu corazón
porque de el mana la vida. Lo que eres grita tan fuerte, que tus palabras no
pueden ser escuchadas. El lenguaje corporal muchas veces dice más que mil
palabras.
El consejo sabio usted lo
puede encontrar sin dudas en las sagradas escrituras, sobre todo en los proverbios.
Estos ejemplos que traigo a colación, enriquecen verdades que pueden
comprobarse cada día, cuando nos enfrentamos a noticias y sorpresas, de quienes
proyectaban pulcritud, opulencia, riquezas y hasta finura en el trato, pero de
repente salen a flote verdades que ciertamente entristecen.
Hijo de gato caza ratón, de
tal palo tal astilla, lo que se siembra se cosecha, los pecados de los padres
no la tienen que pagar los hijos. Estas sabidurías populares y proverbiales
también están a disposición para la reflexión.
Pero en un mundo donde
abundan las componendas, las redes para el bien y para el mal, las apariencias
como base de las relaciones humanas, las promesas incumplidas, el abuso de
poder, la corrupción e impunidad como sistema y cultura premiada con la
delaciones y alguito mas, los bajaderos espectaculares incluyendo los chivos
expiatorios, la confianza de que con los anillos de poder no nos pasara nada. Entonces
la matriz de riesgo parece estar blindada por los círculos de poder,
condicionadas al reparto del botín.
En ese escenario, que la
practica ha demostrado su existencia, son muy fáciles las alianzas estratégicas
para el mal, para no solo desarrollar y sostener una asociación de mal
hechores, y con ello, lograr un enriquecimiento digno de los aplausos de esos
círculos de poder. Pero también en esos ambientes hay traiciones, porque los
chelitos no alcanzan para todos y cuando alguien se queda fuera del reparto del
botín, quedan puertas abiertas, por donde se filtran delatores y al final del
camino, la verdad sale a flote.
Cuando vemos personajes que
tuvieron tanto brillo, discursos convincentes, el poder para quitar y poner,
nombrar hasta sus amantes, y utilizar los recursos disponibles para
sistematizar las actividades de cuello blanco, se confunden los sentimientos,
que van entre la rabia y la pena, y al final siempre surge un bajadero que
permite a la mayoría salir ilesos, casi siempre con algún chivo expiatorio tan
necesario para el cierre del negocio.
Todo luce fríamente
calculado al mirarse en el espejo de la matriz de riesgos, pues no se trata de
tontos, los que llevan a cabo estos emprendimientos. Pero por algún lado el
sistema falla, y no dudamos que los elementos clásicos de la envidia, la
traición y hasta la necesidad de capitalización política, pueda verse envuelta
en estos temas sonoros. Por aquello de que urge demostrar que se tiene un
combate definitivo contra la corrupción y además, usarlo de colofón para otros
fines, recuperar la confianza perdida y luego imponer medidas que han sido
repudiadas por la población.
Es que la gente lo ha
sentido en carne propia, y la inmensa mayoría se dice, porque voy a sacrificar más
de lo poco que tengo si es para que los funcionarios se lo roben.
Pero si usted toma estos
ejemplos recientes, se apena al ver, como varias generaciones están envueltas
en redes mafiosas, en asociaciones de mal hechores para el enriquecimiento ilícito,
contando, con que nunca pasa nada, y que si se devuelve una parte y se coopera
con el ministerio público, sales rápido del problema y además quedas rico.
Usted toma los casos más
sonados que aún están en proceso y da pena ver gente joven, supuestamente “de
buena familia”, envueltas en estos crímenes. Usted entonces no sabe, si se
trata de aquello mencionado, del hijo de gato que caza ratón, o si fue un tema
de influencias y predominan las malas compañías o la corrupción de las buenas
costumbres, o si se trata de que es lo que hemos vivido, y hemos decidido
aprovechar, ya que fuimos nombrados o tenemos esa ceraunia con el poder y seriamos
tontos si lo desaprovechamos.
Al fin y al cabo, a pesar de
todo ese festín que llevábamos, de toda la apariencia que proyectamos, de ser
educados, estar preparados, de tener una cultura fina y recatada, que casi
pertenecemos a la nobleza, al final del camino, viene la pifia, y con ella se
develan todos esos secretos que nos empujan a una condena. La marca se vuelve
indeleble y ya jamás nuestras vidas vuelven a ser las mismas. Nuestras familias
y amigos, ya no nos ven con esos ojos ni podemos inspirar el respeto que alguna
vez, pero falsamente tuvimos.
Entonces en lugar de oro, lo que tenemos es un falso metal, que por las mismas situaciones de la vida, se va cubriendo de moho, y nuestras vidas se van convirtiendo para proyectar lo que realmente somos, virus que necesitan del fango y miembros de la excelencia delictiva en la partidocracia nacional.

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