Planes
de Gobierno: teoría, oportunidad o insulto
Julián Padilla
Esas fueron parte de las
expresiones que recibí de un amigo político e intelectual. El peor insulto que
puede recibir una persona es que le digan teórico. Luego al continuar
profundizando en la conversación, la persona me manifestó su motivación para
que adelantara un texto, donde describía elementos característicos del
liderazgo político nacional y su contribución a la destrucción de los valores
sociales, la cultura y de la república.
En forma directa la
retroalimentación recibida era que estábamos narrando una historia verídica, es
decir, que parecería una contradicción al inferir de la primera expresión que
se estuviera teorizando, pues se describían hechos irrefutables.
Aunque luego entendí, que su
óptica era más de entrar en acción, en lugar de estar en la trinchera. Es
decir, participar en el poder para poder tomar decisiones desde el estado, como
forma pragmática de influir para un cambio verdadero.
En otro momento dos amigos
en circunstancias diferentes uno me decía, tu eres eminentemente político, otro
me motivaba diciendo es una pena que no te guste el terreno de juego y un
familiar me indicaba prácticamente lo mismo, para hacer los cambios, hay que
estar en el poder.
Sin embargo, a pesar de dar
por sentados como validos estos argumentos, deseo dar un valor más
significativo a eso que se ha querido racionalizar. Pues dependiendo del
cristal con que miremos las cosas podríamos concluir diciendo: que el vaso está
medio vacío o medio lleno y en ambos casos tener la razón.
Por eso es necesario defender
los argumentos, que sencillamente son fundamentales para comprender, analizar
un problema o un conjunto de ellos, o para mejorar o rediseñar sistemas y procesos.
Sin embargo, cuando vemos lo
que en la práctica del poder sucede, el resultado no merece los aplausos de
nadie y mucho menos de los intelectuales, que son los que más cercanía tienen
de las referencias teóricas.
Es que viene quedando como teórico
todo lo que no se pone en práctica, no porque no se pueda, no porque exista una
gran dificultad o se requiere de grandes inversiones, sino porque tenemos un
corazón retorcido y como lideres estamos muy lejos de la práctica del bien, de
la ética, de la honestidad, la integridad y de el mismo auto respeto, base
fundamental para poder respetar a los demás.
Entonces echamos por tierra
el hacer lo correcto, porque eso es teoría. Es que hemos convertido la práctica
del poder en la nación dominicana en un fango y es lo que deseamos ver y
mantener.
No nos interesa producir
cambios que realmente lleven a la nación a una práctica común donde se valoren
las conductas adecuadas. Nos gusta la corrupción, el fango, el robo, en
enriquecimiento ilícito, el soborno, el poder y todo lo corrupto que le rodea.
Criticamos cuando estamos en oposición todo esto y más, pero cuando llegamos al
poder nos nutrimos de lo mismo y lo hacemos peor.
Lo triste es que ya no es si
siquiera doble moral, esta práctica descarada ha destruido la rectitud y
éticamente las generaciones. Y bandidos que han modelado la conducta son
sustituidos por jóvenes tan delincuentes como ellos, pues la mente criminal y
de cuello blanco, es lo que han aprendido de sus maestros.
Por eso la sugerencia de Platón
ha sido acogida por los líderes del mal, los de siempre y las nuevas camadas.
Llegar al poder, para hacer lo mismo y peor, contando con que el poder nos
permite hacer cualquier cosa, pero sobre todo enriquecernos y asegurar nuestro
futuro, logrando patrimonios mal habidos y sabiendo de antemano, que contaremos
con la inmunidad que el mismos sistema corrupto nos garantiza.
Por eso se quiere poner un
candado a la constitución de la república, para que el pueblo soberano, no
pueda realmente imponer su voluntad y ordenar la casa ya bastante destruida por
los políticos, por un inservible sistema de partidos que tiene ya décadas que
no le representa.
La teoría es fundamental
para poder concebir la realidad, para entenderla, encontrar causas a los
problemas, realizar inferencias, proyectar escenarios convenientes. Es
imposible desprenderse de un enfoque teórico cuando abordamos el análisis
estratégico y de ahí proyectamos una visión institucional o de una nación.
Mientras el papel lo aguanta
todo, cada plan que se documenta, cada presupuesto que se documenta, no es más
que lo que en teoría pretendemos lograr, por ende una teoría que invita a la acción.
Claro el contar con
experiencia de estado contribuye, para tener en cuenta el comportamiento de la
gente, su respuesta ante los cambios y el grado de compromiso vital, que pueden
asumir las personas para hacer realidad lo planificado.
Es imposible no planificar
cuando se diseña un plano para la construcción de un edificio, una carretera,
una casa o un centro deportivo.
No solo están los planos
para los fines de tener una visión completa y detallada de lo que se
construirá, sino que gracias a la precisión de lo que se pretende llevar a
cabo, se puede entonces realizar el cálculo del costo de la obra, establecer las
cubicaciones y asegurar el avance y cierre eficiente del proyecto.
Un proyecto de nación es un
plan. Un plan de gobierno es una teoría, donde se muestran los escenarios que
se pretenden lograr con las realizaciones. Y desde el punto de vista pragmático,
es la documentación de la gran mentira nacional que cada cuatro años se le
vende al país y que luego resulta en promesas incumplidas.
La variación existente entre
la teoría y la práctica, desde el punto de vista de todo lo documentado, hace
que una sociedad pueda o no tener una sociedad comprometida con su desarrollo.
Las leyes son una teoría.
Documentos que sirven de guía para medir, evaluar, normar el desempeño de una
sociedad. Cuando se viola una ley, esta queda como una teoría frente al hecho
de su violación, aunque se convierte nueva vez en una realidad, cuando la misma
se aplica con justicia, sugiriendo las sanciones por los incumplimientos.
¿Pero justicia a quienes y
donde?. Ahí está el detalle, por eso las mismas leyes son una teoría que vuelve
en otra teoría en sistema de justicia, pues lo que teóricamente debería ser una
venda en la estatuilla de la justicia, es más bien una anteojera que se asegura
de una selectividad cada vez más alarmante.
Lo que se puede y no se
puede hacer según las leyes, es una teoría, Pues en la práctica, el poder de
los bandidos que nos han gobernado, está por encima de las leyes, de ahí la
corrupción, el crimen organizado, las mafias desde el estado, la protección
recibida por estos maleantes del mismo aparato militar o del orden. Entonces
vamos dejando como una teoría lo que está escrito en las leyes.
Este enfoque de lo teórico o
practico, en función de los bandidos de la política, su impunidad
institucionalizada, invita a la creación de nuevas teorías.
Es decir, derogar un porcentaje
importante de teorías, y establecer nuevas normas incluyendo la más importante,
la constitucionalizarían del verdadero referendo, para que el pueblo dominicano
sea verdaderamente dueño de su destino.
Mas que un candado a la
constitución para perpetuar un sistema de partidos mafioso y una falsedad
evidente de un estado social democrático y de derechos, excluyente y
avasallador del poder popular, un candado al sistema de partidos corrupto, al
devolver al pueblo dominicano el poder soberano que legítimamente le
corresponde. Terminando con esto el juego mortal de la falsa democracia.
Pero podría esto también
quedar en teoría, pues claro que sí. Pues la cultura política que tenemos
también manipularía a las masas que irían a un referendo o un plebiscito, y se
intentaría al menos el mantener el estatus quo que ha beneficiado a los
corruptos y mafiosos de turno.
Pero ahí está el detalle
diría Cantinflas. Al menos no habría una justificación jurídica, para decir,
que el pueblo no tiene herramientas legítimas, para imponer su voluntad
soberana y hacer lo que haya que hacer, para establecer los gobiernos que
realmente le lleven a un mejor puerto.
Visto desde esta perspectiva,
en lugar de un insulto sería un halago, el tener la capacidad de abstracción,
de síntesis, análisis, introspección, de inferencias y extrapolación, así como
la posibilidad de crear nuevos escenarios y planes, para abandonar para siempre
los viejos paradigmas y el estatus quo, que mantiene esclavo al pueblo
dominicano, y con una brecha cada vez más creciente de pobreza.