El Delito Sistémico e Institucional
Julián Padilla
Recientemente participé en una
tertulia organizada por la V República y cuyo conferencista invitado fue el ex
contralor Lic. Haivanjoe NG Cortinas. El tema central de la conferencia fue Análisis
Forense de la Deuda Pública.
En la ponencia se estableció como
“el endeudamiento público es responsabilidad principal de varios funcionarios
en cualquier gobierno: del presidente de la república, el congreso nacional,
hacienda, crédito público, y la dirección general de presupuesto”..
La tesis fundamental de la
ponencia fue demostrar que de acuerdo a lo establecido por la ley, “el sobre
pasar el umbral del 3% de la deuda pública sobre el PIB es una violación a la
misma y por lo tanto un delito”. “Así como también se considera malversación el
uso incorrecto de los recursos aprobados en la ley de gastos públicos de la
nación”.
Evidentemente la victima de estos
delitos es el pueblo dominicano quien tendría que pagar a largo plazo no solo
el servicio de la deuda sino el capital y los victimarios los citados
funcionarios precedentemente.
Luego de la conferencia pensamos en
un tema que hemos manoseado un poco y se relaciona con la importancia en la
familia de ser un Buen Mayordomo, algo que se espera sea un buen padre de
familia y también el primer mandatario de la nación y demás funcionarios que
gestionan la cosa pública. Y como no se
actuaba como tal, cuando se verificaban estos malos usos de los fondos públicos
y se cometían estos delitos.
Teniendo presente estos comentarios
precedentes, compartimos con ustedes la siguiente reflexión, que nos llevó a diseñar
y establecer El Circulo Vicioso del Delito Institucional y el Círculo Virtuoso
de la Gestión Publica.
Por estas consideraciones que
explicaremos en las próximas líneas, titulamos el presente escrito: El Delito Sistémico e Institucional.
Para el desarrollo de este
análisis partimos de algunas preguntas fundamentales al ejercer el pensamiento
sistémico y de procesos:
¿El delito sistémico e institucional no comenzará con la elaboración del
presupuesto? ¿Existe la posibilidad de una asociación de malhechores
(gabinetes) en un gobierno corrupto? y ¿Podría verificarse un delito en presupuestar
gastos, que sabemos no son financiables pero que se convierten en ley, en lugar
de arroparnos hasta donde la sabana nos dá?. La respuesta clara es pero por
supuesto que sí.
Y esta respuesta se justifica con un paradigma compartido por los
maleantes que han manejado la cosa pública por años:
“Eso no importa, eso hay que
ponerlo, ese proyecto es de fulano, ese fue el que dió los 3 millones de
dólares en la campaña, no importa el desequilibrio, luego cogemos prestados o
le arrancamos el corazón al pueblo dominicano”. ¡Sálvese quien pueda, ahora me
toca a mí!. Y no es para menos, es el ejemplo que venimos dando por décadas.
Tengo la intuición de que ahí comienza el delito de cuello blanco, para
honrar el grito de guerra por el botín: ¡a lo que vinimos, a hacernos ricos,
somos gobierno!
De ahí parte de la necesidad imperiosa
de buscar el financiamiento para cubrir los “desequilibrios fiscales”, que son
creados por los grandes inventos de los malos mayordomos y depredadores de la
nación, que son insaciables y que necesitan crear el desequilibrio, para mas
endeudamiento y mas enriquecimiento ilícito, y que les importa a los funcionarios,
si pagará el pueblo y no ellos.
Entonces se justifican los nuevos
préstamos o nuevas reformas fiscales, porque el Gasto es Una Ley, una maldita
ley, y como hay que cumplir con ella, pues si no es un delito, hay que crear
impuestos o tomar más prestamos, para cumplir con la misma. Cuanta crueldad,
maldad y crimen organizado tenemos en la tierra que una vez fue de Juan Pablo
Duarte y hoy le perítense a los mercaderes de la política.
Entonces luego que el gasto es
ley, es una responsabilidad el resolver
los desequilibrios que se producen y al no tener a mano los recursos para
cubrir el presupuesto nacional, lo que obliga como dijimos: al endeudamiento o
a incrementar los impuestos.
Nota: Esto no significa que no se puedan establecer obras prioritarias
para el desarrollo de la nación, correctamente licitadas, sin sobrevaluaciones,
sin trampas, sin castigar la economía familiar y sin proveer para el
enriquecimiento ilícito.
Esto se maximiza cuando en el fondo
lo que tenemos es el plan de una reelección, y se necesitan recursos para
continuar con el clientelismo y el populismo, y asegurarnos así de la
permanencia en el poder. Una tribu de
bandidos de la cosa pública. Pero eso es institucionalidad en la República
Dominicana. Eso es democracia.
Visto desde nuestra óptica
parecería, que se ha establecido en el país una trampa, una asociación de mal
hechores, coalición de funcionarios cada vez, que presiona a los propietarios de
la nación, que no son los partidos políticos, ni los funcionarios públicos, sino
el pueblo y la familia dominicanos, para que se sacrifiquen siempre, mientras
las arcas del estado se siguen utilizando en el despilfarro, en favores
políticos, en corrupción, en campaña electoral de los partidos de gobierno, en
el mantenimiento de las sanguijuelas políticas que viven del erario (cúpulas
policías de ventorrillos denominados partidos) y en el enriquecimiento ilícito.
Difícilmente no se actúe con
conocimiento de causa (no somos suizos), cuando se prepara el presupuesto de la
nación, y se convierte en ley de gastos públicos, sin tomar en cuenta la posibilidad
tributaria a la que la población dominicana puede acceder, si suicidarse
colectivamente.
Solamente para llenar las
expectativas de quienes maquinan e inventan cada día nuevos temas incluyendo su
defraudación al erario.
Ya habíamos tocado el tema del
buen mayordomo y de los líderes para el bien, como claves no sustituibles para
lograr una nueva restauración real de la nación.
Pero no es posible ser un buen mayordomo si arriesgamos tranquilamente
la vida, la salud, la seguridad y la educación de nuestras familias y nuestros
hijos.
Siempre hemos identificado al
presupuesto nacional como un arma de doble filo, no como un mecanismo para las
diabluras que se le ocurren a un gobierno, a pesar de que con ello sigamos
minando la salud de la república.
Es a nuestro entender una
irresponsabilidad primero y un delito después, aunque con bemoles, el pretender
realizar inversiones contando con el sacrificio de la comunidad cada vez, sin
haber mejorado previamente su calidad de
vida de una forma sostenida.
Parece ser imposible llegar a
gobernar y primero estabilizar y corregir todo lo criticado, entrando en una
solemne austeridad inicial, para en la segunda etapa realizar los nuevos
impulsos de desarrollo y crecimiento económico.
Pero ese sacrificio que es el que
exigen las circunstancias, ningún político dominicano lo hace, pues cree que se
suicida, ya que en el fondo quiere
llegar para quedarse y reelegirse. “Todos al cabo de muy pocos días en la silla
de alfileres, le cogen cariño al carguito”.
Y así es más lucrativo para todos
los depredadores, esto incluye a los financistas de campana del dinero sucio, seguir
con el juego del fraude de una democracia cada vez más cuestionada y para más
de lo mismo. Una coexistencia pacífica entre políticos, gobernantes y mafiosos
y una real institucionalidad tendente a credibilidad cero.
Criticamos a cada gobierno
anterior, llegamos al poder y aunque sumemos algunas obras visibles, luego nos
sacan a nosotros mismos los mismos escándalos de robos y de dinero mal habido.
La lucha por el poder en nuestro país, se nutre de los fracasos del
país, que son los fracaso de cada
gobierno y por los que reza siempre la oposición y a los que llevan los depredadores de turno y
luego se repite el ciclo destructivo e infinito de la nación, basados en los
postulados de una falsa democracia e institucionalidad.
A todos les interesa el poder
pero no les interesa el bienestar y desarrollo real de la nación, que empieza
necesariamente con el desarrollo humano.
Este círculo vicioso debe ser
roto y sustituido por un círculo virtuoso y para ello es necesario como algo
insustituible, un nuevo estado social, verdaderamente democrático y de
derechos.
Este nuevo estado de derechos,
obliga una nueva carta magna, modificaciones que incluyan: una prohibición absoluta
de la reelección presidencial, decir no al fuero parlamentario y de cualquier
órgano constitucional ( un delincuente lo es aunque sea un legislador, un juez
o miembro de cualquier órgano constitucional), una ratificación de medio término
a los candidatos electos en todos los niveles y una pre aprobación de la agenda
legislativa.
Esta pre aprobación de la agenda
legislativa y la mencionada ratificación de autoridades electas, y de los
integrantes de los órganos constitucionales, por un plebiscito de medio
término.
No existe razón alguna para tener
fe, para sin la existencia de ideales y
un verdadero discurso político que sea convincente, con líderes que realmente
sean creíbles y para el bien, y con una base jurídica que proteja el interés
nacional, para que nuestro país pueda realmente encaminarse y rediseñar un
derrotero plausible para la nación.
Evidentemente que el rescate de
la nación es una necesidad imperiosa un reto obligatorio para evitar el
hundimiento del barco de la nación.
Pero se hace necesario revisar y
ajustar diversas leyes, que tal vez fueron creadas no para favorecer la nación,
sino para favorecer intereses particulares y con ello hacerlas cónsonas con la
nueva carta magna.
La mecánica del delito parecería
interesante graficarla y describirla, pues cada ministerio o dirección u órgano
del estado elabora en fechas específicas su presupuesto para el año entrante. Y
nunca piensa si los recursos existen para no crear un vacio financiero. Sino
todo lo contrario, para dejar sentada la base del nuevo endeudamiento, supuesto
crecimiento y corrupción de cuello blanco.
MECANICA DEL DELITO INSTITUCIONAL:
El CICLO VICIOSO
En este ciclo vicioso vemos como
los compromisos con los financistas y los intereses propios, traicionan las
ofertas de campana y se combinan para establecer leyes de gastos públicos que
hacen ricos a los bandidos depredadores de turno de la cosa pública, aunque los
paga el país, la sociedad y la familia dominicana. En cambio el círculo
virtuoso sería distinto, veamos.
CICLO VIRTUOSO DEL DESARROLLO
Como vemos en este círculo o ciclo virtuoso del desarrollo de la
nación: Todo se planifica, pero para el bien, no para el mal. Y evidentemente
se presupuestan cosas posibles, que no implicaran perjudicar a la familia
dominicana, ni atentar contra la seguridad jurídica, ni su calidad de vida.
El plan orquestado por potenciales
asociaciones de mal hechores, roedores del pastel del estado, se mitiga,
minimiza o elimina, y sumados a ese nuevo estado social, democrático y de
derecho, con esa nueva carta magna, nadie podría pensar en crear problemas para
buscar endeudamiento y muchos menos para reelegirse, ya no tendría asidero
jurídico.
Mientras tanto, lo que tenemos es
otra base jurídica y las ambiciones y codicia son alimentadas junto a los malos
ejemplos a las nuevas generaciones. Y la Real Gran Gleba que es la de política
sobrevive como los semidioses de siempre, mientras languidece la república.
Por lo que el único camino que
sostiene lo que tenemos, es el combate a los corruptos (manipulado o real), no
el prevenir la corrupción y en adición, la retaliación política para eliminar
potenciales rivales, “en eso que en dominicana llamamos gobernar”.
Mientras tanto el papel lo
aguanta todo, y en el papel cualquier estrategia (presupuesto) es bueno, pero
si no se tiene el cómo llevarlo a cabo, como financiarlo, entonces el proyecto
no es más que un pedazo de papel.
Los abusos históricos cometidos
contra nación y la familia dominicana
sobre todo de las últimas décadas, deben invitar a una seria reflexión.
Para que se entienda que la familia dominicana, sobre todo esa clase
media profundamente maltratada por los gobiernos de turno, precisamente por la
presión tributaria que viene de la ley de gastos públicos que crea el
desequilibrio planeado para el delito, está llegando a un punto de no retorno.
Si usted se pregunta quien tiene
el poder, de repente puede comenzar a reflexionar quien hace las leyes, a
quienes representan realmente estos legisladores, y puede caer en cuenta
rápidamente de que no les importa el pueblo dominicano, sino sus propios intereses
personales.
Y si ciertamente el poder lo
delega el pueblo a representantes que deberían se dignos y no lo son, pero
también tiene la potestad de participar directamente, es realmente el soberano,
entonces la participación directa se impondrá en ese mencionado ya en líneas
precedentes: nuevo estado social, verdaderamente democrático y de derechos.
El quiebre de la
institucionalidad hace tiempo se ha producido en el país, por las burlas y
abusos de los funcionarios públicos, que realmente participan en el reparto de
un botín de guerra.
Los falsos liderazgos pululan por
doquier, pero la gente ya no les cree ni confía en ellos. La sociedad sin darse
cuenta se ha convertido en cómplice de estos delitos, aceptando como dadivas a
lo que realmente tienen derecho. Callado y vitoreando corruptos cada cuatro
años, y recibiendo como favores políticos lo único que al parecer pueden
ofrecer los políticos ante la carencia de discurso creíble: ron, pica pollo y
mas falsas promesas para el próximo cuatrienio.
Por esta institucionalidad situacional
que muestran los funcionarios públicos al país, que se defiende a conveniencia
de un sistema podrido, no sería extraño
que los papeles de los actores de quiebre cambien, y quien amenice una ruptura
institucional más profunda y peligrosa sea la misma comunidad.
Hablar del respeto a las leyes en
un país donde se pretende un abuso colectivo con tanta alegría por los
semidioses y aves de paso de la política, obliga necesariamente a extirpar el
principal cáncer que corroe la nación y es la Reelección Presidencial.
Si no se tuviera esa posibilidad,
todos estos temas que hemos tocado, tendrían al menos un límite y se haría más
factible la adopción de una serie de normas que aseguraría el desarrollo de un
verdadero sistema democrático.
Cuando se tiene la expectativa de
una reelección, y me refiero a la reelección en todos los cargos, se tiene
necesariamente una tendencia mayor al endeudamiento, pues el norte de los
gestores ya no es el desarrollo del país, sino la permanencia en el poder.
Y el uso de los fondos públicos se
hace perentorio, cubrir las necesidades del interés personal, cuando estamos
justo al lado del botín, por ello se desvía con facilidad y hasta por lógica el
erario, “ya que si la reelección es
posible yo no voy a renunciar a ella”.
Por eso estoy convencido, que la
constitución debe ser modificada con la participación directa del pueblo dominicano
en puntos específicos, para definitivamente prohibir la reelección presidencial
y de todos los cargos electivos congresuales y municipales.
Y establecer una serie de normas
fundamentales para asegurar por ley que realmente el pueblo dominicano tenga
los gobiernos que se merecen, no por participar en el clientelismo ya, sino
porque sean dignos representantes del interés nacional y de la familia dominicana.