Haiti: Más
que elecciones un consejo de estado
Julián Padilla
Existe una creencia de que
con la celebración de elecciones en Haití, el problema socio, político,
económico quedara resuelto.
Si nos quedamos solamente en
la parte política, pues no tiene sentido ir a dirigir la orquesta y también
tocar todos los instrumentos, más que elegir un primer ministro o presidente,
ese país necesita un consejo de estado.
Es decir un grupo de
personas que se han mantenido en pugna y que luego de crear y profundizar la
crisis vigente, de alguna manera se responsabilicen por hacer cambiar el estatus
quo en aquel país.
Al parecer estos líderes de
grupos antagónicos, ya tienen una cultura arraigada para la creación de
violencia, cuando las cosas no salen de la forma deseada.
No sabemos si en el fondo,
los interese envueltos no implican el logro de una correcta institucionalidad
en Haití y los esfuerzos que se realizan persiguen lo contrario.
Se percibe que la comunidad
internacional, o los países amigos de Haití, tienen una meta distinta a la que
debería interesarle al pueblo haitiano. Pues luce ser, que cualquier presidente
que surja de una elecciones allí, tendrá que vivir con las mismas amenazas y
hasta saltar del puesto en poco tiempo.
La rebelión en el pueblo
haitiano es el pan nuestro de cada día. Y cocinar un almuerzo que sea
provechoso para todos sin el concurso de todos, no parece que traiga los
mejores resultados.
Ahora surge un nuevo país
africano que dice estar dispuesto a enviar 2000 policías para la fuerza
multinacional que llegando a Haití con los fines de lograr su estabilización.
La fuerza prometida por la
ONU primero asumida por Kenia nunca llego, y el tribunal supremo de ese país ha
mantenido firme su posición de no autorizar el envío de tropas a Haití, por
entender de que se trata una violación constitucional.
Colaborar con Haití en el
montaje de unas elecciones es definitivamente parte de la solución, pero sin
que se tenga primero un acuerdo real, honesto y serio por parte de la clase
política y empresarial del vecino país, no se lograra alguna decisión que
favorezca la estabilidad para el desarrollo de un escenario esperanzador para
todas las partes envueltas.
El pueblo haitiano ha
sufrido tiranías, dictaduras, golpes de estados, magnicidios, terremotos,
saqueos de sus recursos naturales que ni Colon en sus buenas, una violencia
incontrolable, imparable y el peor de los terremotos, ha desarrollado una
incapacidad en sus líderes políticos que pensar solamente en el interés
nacional y deponer sus ambiciones personales.
Varios presidentes
latinoamericanos y del Caribe, se han sumado a un discurso que da un sentido de
urgencia, para la colaboración definitiva y ágil al pueblo haitiano.
Volvemos al mismo discurso
de Gandhi que mencionábamos recientemente cuando decía: que no iba a colaborar
con la independencia de la su país, si esto significaba, dejar de ser esclavos
de los ingleses para convertirse en esclavos de los políticos.
Al parecer, este es el tipo
de esclavitud que rige la isla la hispaniola. En dominicana un sistema de
partidos ya malgastado y eminentemente corrupto, pero aun contando con un sabor
institucional y un orden relativo en la sociedad. Y en Haití, un gran desorden
generalizado, con una esclavitud imperante dominada por la impredecible
violencia y que ha destruido el orden y la institucionalidad en esa parte de la
isla.
Personalmente creemos, que
el arribo de tropas a Haití, tendrán un primer ciclo de aparente calma, pero
con una explosión que no se hará esperar, al primer movimiento que hagan, los
que para una parte de la población serán invasores. Y volverá una violencia
donde se sumaran muchos que nunca han estado operando junto a las bandas,
porque el sentimiento patriótico tan necesitado por los haitianos, se reforzará,
y este intento de colaboración se convertirá en una nueva pesadilla para Haití,
con efectos inmediatos para la República Dominicana.
A nuestro país le asecha una
gran tragedia y la mayor presión internacional jamás recibida, pero a la vez,
contando con una dirección estratégica militar, que si no hace una solida
defensa de la frontera, permitirá el ingreso masivo de una multitud de
haitianos que huyendo de la crisis
creada, buscaran “refugio” en la República Dominicana.
Todo este tema en Haití, por
los intereses siempre denunciados desde que lo hiciera por primera vez Balaguer,
al oponerse a los campos de refugiados locales y a la fusión de la isla, parece
un plan que incluye estos temas que se viven y que hoy comentamos.
Al parecer, mentes perversas
y traidoras, tanto del lado dominicano como del lado haitiano, han llevado a
cabo la creación del caos operante en Haití, que necesariamente dará como
resultado la “huida por sobrevivencia” hacia la República Dominicana y la
presión de todo el mundo o la compra masiva de conciencias, o prebendas o
chantajes internacionales para el país, de forma tal, que por apego a los
derechos humanos, se acojan todos estos vecinos por razones humanitarias.
Nuestro país tiene
suficiente, con los terremotos institucionales que causan los gobiernos de
turno a su paso misterioso por las arcas públicas. Cada nación debe
responsabilizarse de sus asuntos y de su progreso, sin perjudicar otras
naciones con su accionar político.
Por esta visión que no es de
una serie de netflix, hemos mantenido nuestra posición del cierre permanente de
la frontera, de exportaciones en buques con una consolidación previa de cargas,
de no opinar en foros internacionales y jamás solicitar o insistir en una invasión
para aquel país, sobre todo, por el autor espeto que deberíamos tener a nuestra
propia historia de lucha contra los invasores.
Ojala que los pronósticos
que mostraron los miembros del congreso norteamericano por el lado de los
demócratas hace un par de meses, oponiéndose al envío de tropas, no se haga una
realidad. Y que el resultado de esta cariñosa visita, no sea la piedra de
tropiezo para mucho más violencia en Haití y una repercusión nociva de este
lado de la isla, con la invasión de hipotéticos refugiados hacia la República
Dominicana.
Pero situándonos en el
interés exclusivamente haitiano, cabe la posibilidad de que tenga un sentido de
mayor estabilidad, la existencia de un consejo de estado o gobierno compartido,
con una representación mínima del poder político y factico, para así permitirse
primero recuperar terreno institucional y luego arribar a unas elecciones
decidas por el mismo pueblo haitiano.
Este gobierno de transición,
podría fungir como amortiguador, ya que los principales intereses estarían
siendo responsables del éxito del proyecto y dejarían de estar moviendo los
hilos para provocar toda la violencia que se vive en el país.
Para lograr esto, será
necesaria la realización de un gran pacto político en Haití entre sus miembros
e intereses en pugna, de forma tal que el resultado traiga un acercamiento al
éxito deseado por todos.