jueves, 11 de diciembre de 2025

Nada es casual, no son hechos aislados



Nada es casual, no son hechos aislados

Julián Padilla

Esa es nuestra Partido Mafia, no le quepa la menor duda. Es la cultura política de una banda de música que  decidió engancharse a políticos, con el único fin de asegurar “su futuro” haciendo de la suyas.

Hace tiempo que murieron los ideales, los soñadores, los que aspiraban e inspiraban de corazón a un país mejor. Los que otrora sostenían la bandera del desarrollo y de elevar el estandarte de lo recto, de los valores y principios, languidecieron, murieron o claudicaron.

Todavía se oyen voces de quienes fueron dignos representantes de las verdaderas luchas populares, y hoy ni si quiera dan pena. ¡Cuánta credibilidad, cuanto fuste, o nadie sabe si cuanto camuflaje y manipulación de la verdad!.

Pero la incidencia era cierta, la gente creía en esos personajes, y sin ser de un partido, parecían ser militantes. Hoy militar en un partido, solo sirve para llevarse una tajada del pastel, lograr algún favor político o algún nombramiento. No para servir ni engrandecer la nación sino para enriquecerse.

Lo que hoy se presenta como la súper corrupción, es el pan nuestro de cada día, pero se necesitan de muestras botones, para mostrar al mundo que combatimos lo mal hecho.

No puede ser un hecho casual, cuando leemos la nota de la premeditación, y la pre organización de todo un entramado. Pero tampoco lo es la apariencia de combate al narco tráfico disfrazado de cooperación con el invasor Yanki, que de manera abusiva e inconsulta con el Soberano Mandante, mantiene tropas en la base aérea de San Isidro y en el aeropuerto internacional las Américas.

Cuando está clarísimo del papel preponderante que ha jugado como marca país el tremendo hug logístico para el cartel de las drogas y el tráfico internacional de sustancias prohibidas, dada la localización geográfica de la isla.

Nada de esto es fortuito, ni casual, ni tampoco obedece a hechos aislados. Cuando la cultura que predomina es la del aprovechamiento de la oportunidad para hacernos ricos con el dinero público, y como contrapartida recibimos el premio del homenaje social, la presión que se recibe frente a cualquier nombramiento, pone a pensar dos veces a cualquiera que se respete, antes de aceptar cualquier cargo público en la nación dominicana.

Los casos seguirán explotando y no porque contamos con un control interno y externo oportuno y confiable. Ya que todos formamos parte del sistema.

Y las cosas se saben,  porque las traiciones y los caballos de Troya están diseminados por todas partes, y la filtración de información a los afamados “investigadores” no cesan, los cuales también hacen su agosto, pues son los únicos que se enteran de primera mano del los grandes escándalos que luego se comunican a la nación. Pero nada de esto tampoco es casual, es parte del sistema, así son las cosas en la Dubái del Caribe.

¡Pero no se puede servir a dos amos, servimos a Dios o a las riquezas!.

Pero en adición a la inoperatividad gracias a la incompetencia de muchos funcionarios compañeritos, y a su nepotismo rampante, y la formación de las Dunas del Harem que se enquistan entre divas, chapeadoras y cornudas en la cosa pública, vemos coger forma el polígono perfecto de la mafia: dinero, poder, prostitución, y corrupción a todos los niveles de la cosa pública. De esto no se salva nadie en el organigrama de la gestión pública, incluyendo algunos izquierdosos, que eligen su propio género para sus travesuras sexuales.

La degradación moral y ética a la que se ha sometido al país es profunda. Y tal vez estemos exagerando, pero nos parece urgente un empoderamiento social serio, oportuno, consistente, insistente, y decidido, para imponer lo que hemos denominado la Ley del Soberano Mandante, que pronto estaremos compartiendo.

El látigo de Cristo en las manos del soberano mandante es vital, para echar sin retorno lo que no sirve en los tres poderes del estado y en los órganos constitucionales. No se trata de banderías políticas, porque la incredulidad y la falta de nobleza institucional que vivimos es tal, que no es un tema electoral, al parecer, ningún cuadro político de partido alguno puede tirar la primera piedra.

Hemos desarrollado como sociedad un sistema, una forma de operar, donde para sobrevivir de alguna manera tenemos que pecar. Y cuando digo pecar no me refiero a lo religioso, sino a entrar en conflicto con lo ético, lo moral, los valores y los principios, que lamentablemente no siempre coincide con la ley.

¡Y qué importa, coge lo tuyo y vete!, total ¿Qué tu vas a resolver?. ¡No seas pendejo aprovecha, que las oportunidades son calvas!.

Se necesita un alto inmediato en el camino, pero lo más difícil es que lo peor demostrado y percibido, quiera entonces venir a la fuerza a sobre actuar. La irritación que esto puede producir puede llevar a un brote de violencia en respuesta a la violencia que representan sus despropósitos.

Mano dura, es la expresión más frecuente, ¿pero mano dura por quienes y para quienes?. Me temo que este va a ser un diciembre muy peligroso y tormentoso. Hemos convertido el país en algo más peligroso que una selva. La gente está cansada en todos los estratos sociales, y las reacciones populares están a flor de piel.

Y eso que parecería una reacción espontanea, de repente es lo deseado, por los titiriteros que aúpan el golpe blando en el país, un golpe que a todas luces parece institucional.

Crear el desorden, imponer el estado de excepción, completar el proceso de fusión que los INCONDICIONALES no quisieron reconocer, y ya invadidos con tropas yanquis aquí, sufrir la consecuencia de convertirnos abiertamente en un estado fallido.

Si no despertamos a tiempo, la intervención que en teoría persigue un combate regional, se puede convertir en una ocupación militar de la nación dominicana y de la isla. Pero que le importa al internacionalismo del PRM y su incondicionalidad con la ONU. Todo va viento en popa, y que vivan Desalines y Tousaint Louverture.

 

 


 

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