SENASA: ¿La Punta del Iceberg?
Julián Padilla
Cuando la corrupción en una
sociedad es algo sistémico y cultural, se vuelven las conductas delictivas
normales, y es más, las nuevas generaciones y la gente común repite la
narrativa y te dice: “aprovéchate que ahora tienes el puesto”.
Pero no es un asunto de
ahora, este sistema es más viejo que mi edad. Desde niño vengo oyendo la
historia y el decir de la gente, era vos populi escuchar a cualquier persona
decir: “yo lo que quiero es que me den aduanas”.
Es que ese pensamiento y
esas prácticas delincuenciales que le acompañan históricamente a la gestión de
la cosa pública, tiene raíces tan profundas, que difícilmente alguna
institución del estado se escape al saqueo descarado de los recursos asignados.
Es un sistema cuasi perfecto
el instalado por más de un siglo en el estado dominicano. La cultura ha sido
tan rimbombante que la gente tranquilamente decía, “el estado no tiene
dolientes”. Y créanmelo que eso no ha cambiado.
La práctica de la persecución
de la corrupción en el país, evidentemente que se ha ido transformando. Y la
especialización de unidades de persecución también. Y no caben dudas de la
seriedad con que los casos más recientes se han abordado, a pesar del matiz
político que algunos sectores le hayan querido dar.
Sin embargo, en la opinión pública
siempre se debaten criterios políticos que escapan al interés nacional, y que
incluso cuando se realizan trabajos técnicamente serios, se cuestionan.
Entonces se introduce en la narrativa el tema de la venda transparente de la justicia,
o la retaliación política, como si el accionar técnicamente no sea realmente
justificado.
El principal problema que
enfrenta la sociedad dominicana, nace precisamente de esa cultura, carente de
principios y valores, y de un proceso de reclutamiento y selección de personal
en aéreas criticas y nombramientos de funcionarios totalmente políticos,
alejados de las competencias genéricas que envuelven lo ético, lo moral, lo
honesto y mucho más alejados de las competencias técnicas.
Pues ser compañerito es más
importante que el poder desempeñar un cargo con una grado de excelencia
plausible.
La meritocracia salvo
brillantes excepciones no existe en el accionar público. La pragmática política
se impone, y cumplir con los compañeritos del partido, es mucho más importante
que el interés nacional y la salud de la república.
El caso de SENASA es en nuestro
humilde entender, solo la punta de un gran ICEBERG que poco a poco será
develado, y que como botón de una enorme muestra, dejará ver las interioridades
y malas prácticas de gestión y sobre todo, la cultura del dolo de nuestra
endémica corrupción administrativa.
Hemos crecido observando,
escuchando, y algunos hasta saboreando las mieles del poder, y participando
como burladores, al disfrutar de un manjar que no nos corresponde, pues no lo
hemos adquirido digna y honestamente, sino por el saqueo y el robo al erario de
nuestros progenitores o padrinos, en esta partidocracia mafiosa crecida,
engreída y todopoderosa en tierra de machepa.
Ahí se escuchan otros
conatos de escándalos en órganos constitucionales que en teoría deberían
defender al pueblo dominicano, y al parecer el incendio también será
inevitable.
Instituciones que
tradicionalmente manejan grandes valores de los fondos públicos, no cesan de
formar parte del robo y el saqueo o reparto del botín. Grandes carteras
totalmente cancerosas por ese germen victorioso de la codicia, el robo al
erario, la mafia y enriquecimiento ilícito.
Pero sin querer dejar de ser
inclusivo, sobresalen carteras que con el paso del tiempo se han
desprestigiado, gracias a los grandes desfalcadores históricos que les han
gestionado, pero adornados de manera infame, por el desarrollo de un narco
estado, donde el primer poder del estado, parece estar infestado de
representantes siniestros de la cosa nostra.
Siempre la opinión pública y
gracias a los medios tradicionales y digitales, y a ese quinto poder que emerge
como un titán de las comunicaciones a nivel mundial, las redes sociales, elevan
de alguna manera la conciencia nacional y dejan ver interioridades, que de otra
manera seria imposible acceder.
Los ayuntamientos, la banca
del estado, obras públicas, educación, salud pública, el defensor del pueblo,
el sistema judicial, relaciones exteriores y formando parte dudosa de todo
esto, una cuestionada cámara de cuentas, una contraloría general que no se sabe
cuándo es juez o cuando es parte.
No escapa ministerio,
dirección, administración, órgano, comisión, alguna, centralizados o no, que no haya sido
objeto alguna vez en estos 25 años recientes del saqueo de los fondos públicos.
Por eso pensar que el caso
de SENASA es solo la punta del ICEBERG de la gran ruptura institucional existente
en el país y como producto social, muestra de una incompetencia que asegure el
respeto a la razón de ser de sus fundaciones, pensar en SENASA solo como botón de
una muestra, es una hipótesis valida.
Es más bien, el pensamiento
lógico de la realidad que se vive en nuestro país, donde la partidocracia toda
esta envuelta, y por lo tanto toda calla, ante los abusos financieros cometidos
contra el erario, y los abusos que se desean cometer otra vez contra el pueblo
dominicano, víctima o cómplice silente de todos los funcionarios corruptos de
los últimos 25 años.
Pretender pues, castigar
nuevamente al pueblo dominicano y a la clase media, exigiéndole mayores
contribuciones, más que un despropósito, es una invitación a una rebelión que
nadie podría controlar, cuando hay tanta tela por donde cortar.
Solamente con invitar a
todos los que han sido incumbentes en las últimas tres décadas, a mostrar la
razonabilidad, pulcritud y ética en sus crecimientos patrimoniales. Y
evidentemente los que estén libres de pecado, que lancen la primera piedra, y
los que no, que devuelvan al erario, esos préstamos auto asignados en
detrimento de la nación.
El gran reseteo de la nación
dominicana esta a la puerta. Y ese reseteo comenzará con o sin la participación
de los partidos políticos y con o sin el concurso del gobierno de turno.

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