domingo, 21 de diciembre de 2025

La no respuesta es la respuesta

 


La no respuesta es la respuesta

Julián Padilla

Aunque a los personajes del sistema, que se sienten por un tiempo con poder les parezca que dominan la partida, la naturaleza del hombre lo lleva muchas veces a dar respuestas más dolorosas que las violentas, como lo sería el elegir la no respuesta como respuesta.

Es que seguimos creyéndonos el cuento de que somos el más que manda, y no contamos con que una política, una ley, un decreto y hasta la misma constitución de la república, “no vale ni el papel en el que están escritos, si El Soberano Mandante le niega su apoyo”.

Creo que en alguna ocasión compartí la historia de un afamado director de una importante empresa de servicios de categoría mundial, con oficinas en República Dominicana. En esa oportunidad mientras conversaba con ese director, le entró una llamada telefónica, era uno de sus gerentes, quien le comunicaba que no le era posible visitar un cliente con asiento en Haití y su motivo era, “que tenía en proceso exámenes de la maestría que cursaba y no podía perder la materia ni el semestre”.

El director se ofreció para brindarle toda la seguridad posible, llegó al extremo de indicarle que hasta viajaría con él.  Pero este gerente, con todo el respeto del mundo le indicó, que no realizaría esa visita a ese cliente hasta que no terminara sus exámenes. La urgencia de la visita era clara y el director no tuvo otra alternativa que informarle al cliente que debería re calendarizarse la visita. En el fondo, nadie quería arriesgar su vida, dada la violencia que desde ese entonces viene manifestándose en Haití, sobre todo en Puerto Príncipe.

Recuerdo que cuando el Director terminó la llamada con el gerente, le pregunte: ¿Quién tiene el poder?. Y ese alto ejecutivo de esa empresa, solo atinó a suspirar y mal humorado me dijo: no puedo obligar a nadie a que arriesgue su vida para servir a un cliente.

Esto que otros gestores pudieron haberlo manejado con otros niveles de conciencia y de exigencia, nos sirvió para una reflexión que terminó en un escrito que denominamos ¿Quién tiene el poder?. Pero es precisamente la pregunta que debe hacerse todo el pueblo dominicano, frente a leyes y medidas, imposiciones que le dañan su calidad de vida.

Ese mismo soberano mandante que ha venido durmiendo en los brazos de Morfeo, gracias a la estrategia de la partidocracia, de mantener la anestesia a través de los cuadros políticos de sus principales carteles, para que la población se mantenga dormida y se distraiga mejor buscando que comer,  y se olvide de los grandes problemas nacionales, mientras se mantiene con respiración artificial nuestra súper democracia.

Es lo que se ha querido, que “la gente buena” no se involucre en política, para que los burladores diseminados en los carteles de la partido mafia, se alcen para siempre con el santo y la limosna y con ello, se perpetúe la vigencia de un sistema incompetente y con hedor natural a difunto.

A veces se escuchan llamados al despertar popular y da la impresión de que tomar la calles implica necesariamente el desorden, el caos y la violencia, porque esto siempre trae consigo una alta peligrosidad y daños a la propiedad de personas, que no  tienen la responsabilidad de los problemas que se desean combatir.

Por eso elegir la no respuesta como respuesta, es entonces el camino más expedito y pro activo, para que la reflexión se acelere, y se depongan actitudes, proyectos, iniciativas, conductas, medidas, leyes y cualquier cosa que pueda estar fastidiando o por fastidiar la vida de los dominicanos.

Se han utilizado diversos nombres para denominar esta acción de la no respuesta colectiva. Claro está, que el llamado debe hacerse sin el interés de candidaturas, sin el interés de hacer daño, pero con el firme propósito de no ceder, hasta que las medidas sean depuestas, y el compromiso de cambio verdadero e inmediato se perciba como una realidad.

Para esto tienen que terminar pues, el accionar de los oportunistas, que sin tener esa influencia personal ética pro activa en la colectividad y en su vida privada, quieren adueñarse de todos los escenarios, con el simple hecho de brillar o ser tomados en cuenta. Para luego claudicar soterradamente a cambio de algún nombramiento. Esto ha sido parte clave de la misma destrucción ya profunda de nuestro sistema operante.

No se puede pensar por lo tanto en un llamado que haga un cuadro político de ningún partido, o que haga “un activista social oportunista” que cambie de carril y quiera adueñarse de los temas que pertenecen a toda la colectividad. No caben tampoco sindicalistas traidores a los intereses que hace tiempo no representan a su colectivo, ni a enviados como lobistas para darle larga a lo que ya es inevitable.

Ese llamado deberá fluir de personas que puedan percibirse como confiables, que no represente intereses partidarios y que estén dispuestos a dar la cara en representación de los verdaderos intereses nacionales, para que la motivación no tenga precio y mucho menos se permitan el lujo,  de ser mercancías de intercambio ante las invitaciones de mercurio.

Elegir el no como respuesta colectivo implica, estar todos a una para por un tiempo determinado, quedar cruzados de brazos, sin siquiera marchar o salir a protestar. Sencillamente sacar una silla a la puerta de su casa y solo mirar hacia donde le alcance la vista, sin hacer nada, sin proferir palabras. Y claro, tomarse varias mañanas completas en esta actitud, de forma tal, que terminen los abusos, se depongan las decisiones, leyes o medidas abusivas contra la población.

A algunas personas no les gusta nombrar a ese no como respuesta, con el titular conocido, ya que el nombre técnica e históricamente aplicable es la desobediencia civil. Pero ni modo, habría que comenzar por donde más duele y para ello, los mismos sectores económicos deberán apoyar para que este no como respuesta sea total, impactante e inevitablemente exitoso.

 

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