domingo, 23 de noviembre de 2025

Santos, cómplices y calieses


 

Santos, cómplices y calieses

Julián Padilla

Pensándolo bien, fuera del papel de establecer alguna semilla de fe y algún código moral que puede servir para fomentar familias y sociedades con principios y valores de lo correcto, la mala cata que surge de lo que  institucionalmente es una iglesia, es la proyección de una santidad real o fingida, y de una complicidad y espionaje indiscutible, para perpetuar el estado al que se adhieren, y que lamentablemente se ha convertido en una penosa actividad mercurial.

Pero las vestiduras están siendo quitadas y la desnudez es parte del resultado de la verdad que no puede detenerse. Sin importar que se trate de católicos o evangélicos, caer en las manos de un ministro o un sacerdote, es caer en las manos de un delator, pues se debe más que al reino al poder que le sostiene.

La prostitución de la política hace rato que permeó todo lo que luce proyectar una imagen de institucionalidad, y eso incluye necesariamente entidades públicas, ONGs, Partidos Políticos, Iglesias y cualquier tipo de organización, que no fluya con la libertad del espíritu de verdad, ese espíritu indomable e indetenible, que va y viene donde quiere.

Santos porque en teoría son separados, y dedicados al evangelio y a la verdad, pero con un auto engaño y engaño hacia los demás, tenebroso e infernal, al igual que lo fueron los denunciados fariseos de la época del maestro.

La historia es la misma desde el punto de vista político. El mismo sanedrín pero del siglo XXI se encarga de manipularlo todo, y de comprometer cualquier cosa, con tal de tener parte del poder y seguir pegados como ventosa a las tetas del sistema.

El concordato en la iglesia católica que los evangélicos tanto golosean, y por lo cual tanto ha intentado lograr el apoyo del gobierno de turno, es algo que debe ser dejado atrás.

Ese pensamiento trujillista aún perdura en las relaciones iglesia-estado amarrados a ese infernal concordato. Solo hay que ver los rangos militares que tienen los obispos en tierra de machepa, que los obligan a fungir más que como sacerdotes, como militares al servicio del mismo comandante en jefe de las fuerzas armadas.

Es decir, parte de la misma mafia de la política y la partidocracia, parte del mismo sistema, que las mismas sagradas escrituras aborrecen, pues ellas mismas te gritan : renovación de la mente, no te sumes a ellos, que ellos se sumen a ti.

¿Qué papel espiritual plausible puede llevar a cabo un sacerdote o ministro de alta gama, no importa de cual denominación, si está apegado al sistema podrido, al fango y a la misma corrupción indetenible?.

No es entonces de extrañar que se vean situaciones como las criticadas recientemente con el depuesto arzobispo de Santo Domingo, que bien podría ser un chivo expiatorio, para manipular situaciones aún peores, que podrían cuestionar a la iglesia como un todo.

Pero vamos, ¡súmese a los famosos retiros, haga rico a los ministros y vaya y confiese todos sus pecados a un hombre que no representa al reino de Dios, sino al sistema corrupto y corruptor!.

Por esto mismo, esa cueva de ladrones que denunció y echó hacia afuera el maestro de Nazaret, es la misma que podemos encontrar en muchas iglesias, matizadas por una institucionalidad que es más poderosa que la misma fe.

Y también en otras instituciones como el mismo congreso nacional. Es más, hasta el mismo tribunal constitucional ya está en franco conflicto con la moralidad y los principios del reino. Es que la moral no tiene nada que ver con la ley y mucho menos con los mandatos globalistas.

Tal vez por eso Wachtman Nee, ese predicador chino, habla de que da lo mismo la iglesia católica y la evangélica desde el punto de vista institucional y sostienen el sistema babilónico. Y que no es lo mismo reformar que restaurar la iglesia, para que sea igual o muy parecida a la iglesia primitiva. Así la reforma luterana mejoró el tema doctrinal, pero dejo intocable los aspectos institucionales.

Las iglesias que conocemos hoy en día, todas se aferran a un mismo esquema. Un monólogo, donde no hay espacio para lo orgánico y la espontaneidad.

Y algo muy crítico a nivel mundial, un sectarismo con mas de 40 mil denominaciones cristianas, donde todas dicen ser la iglesia verdadera. Parece que debe existir un buen negocio en las corporaciones de la fe.

El papel de las iglesias en la experiencia contemporánea y post moderna, ubica al sacerdote y al pastor, como figuras que buscan más el reconocimiento propio, más que el crecimiento espiritual de los que le visitan. Aunque “de labios me honran, pero su corazón está muy lejos de mi” confirma Isaías.

El esquema es el mismo, se ha sustituido el altar por un espectáculo, que va desde lo musical, a lo sobrenatural, donde la manipulación de conciencias y emociones son  parte del show, y pesan más que el mismo evangelio. Por algo en algún momento nos referimos a los Chamanes del Evangelio.

Santos, cómplices y calieses. Santos porque se venden como separados aún estando amarrados al mundo de una forma apoteósica; cómplices porque son parte del sistema corrupto que le sostiene; y calieses, porque cumplen el rol de delatar más que restaurar, para perpetuar el sistema fangoso imperante.

Mientras tanto, me auto asigno 11 padre nuestros y ya no mas ave marías, porque el papa le quitó la fama a  la virgen, hasta que uñita se lo lleve y venga otro papa y mande esa decisión para el carajo, junto a nuevas mariconadas y pedofilias que sin lugar a dudas llegarán.

 

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