Cuando la maldad acaricia la verdad
Julián Padilla
Aunque Lutero reformó pero
no restauró, varios siglos acompañan el dicho popular y que trata de explicar
el peligro que representa el poder en las manos equivocadas. Y claro este
pensamiento que ha circulado tantas veces por el planeta, viene del sectarismo
religioso anti denominacional, fruto del auge que hoy no se discute de los “hermanos
reformados”. De ahí ese dicho: la iglesia en manos de Lutero. Y comienzo por
este mismo punto, para ahora abordar el enfoque que pensamos compartirles.
¡Cuando la maldad investiga
y acaricia la verdad!. Son muchas las lecturas que podrían darse de esta
potencial posibilidad. Pero cuando se tiene que coexistir con un sistema minado
de corruptos no puede surgir un producto libre de corrupción.
Es que hay tanta sabiduría y
recuerdos de citas que llegan de inmediato a la memoria. “El árbol malo no
puede dar frutos buenos”, ¿puede salir algo bueno de Nazaret?, “por sus frutos
os conoceréis”. Caramba ¿porque para aferrarnos al poder tenemos que distorsionar
la verdad?. “Y hallareis la verdad, y la verdad os hará libres”, “yo soy la
verdad”. “En lo verdadero, justo, noble, puro, de buen nombre, digno de
alabanza, en eso pensad”.
Es interminable el consejo
del Maestro y cada noble consejo, con profundidades que duran toda una vida
recorrerlas.
Pero en un mundo de tanta
maldad, de tanto fango, de tantas acechanzas para el mal, de tantas
manipulaciones convenientes, de tanto amor al dinero no importa su fuente, ¿Qué
puede esperarse de un sistema diseñado para fortalecer y hacer sostenible en el
tiempo a los mismos intereses mafiosos de siempre?.
Por esta misma razón, no
valen pruebas, no valen explicaciones, no valen argumentos ciertos, todo puede
re inventarse con tal de dejar en el ostracismo a los buscadores de la verdad.
Buscar la verdad coloca a
los ingenuos en un camino de rápida extinción, y luchar por la verdad, solo
trae amarguras al buscador, y carcajadas a la maldad que sabe acariciar pero
solo para luego destruirle.
“El orden es como el
oxigeno, que si nos falta perecemos”, así se citaba Emilio Castelar primer
presidente de la república española, en un discurso de toma de posesión.
Pero hoy nos atrevemos a
preguntar, pero, ¿Cuál orden?. ¿Un ordenamiento para el mal, para la mafia,
para el crimen organizado, para los delincuentes?. ¿Una normativa para que
nadie se atreva a luchar por la verdad?. ¿Un oxigeno envenenado para mantener
un sistema podrido que destruye a su paso lo poco de bueno que puede tener
nuestra sociedad?.
Por eso surgen la Omnicracia
y la Anarquía. Un destino y un proceso, que destruye estos sistemas corruptos y
corruptores, degradados y degradantes de nuestras sociedades.
Pero llegamos al extremo, de
pretender calificar de enajenados mentales, a los que observan estos incordios,
y tratan de oponerse al avance destructivo que se avecina.
Y a promover enfáticamente,
la atención de las enfermedades mentales, no porque no existan necesidades
perentorias en la materia, sino porque los inicuos y mafiosos sostienen la
batuta, saben del daño que vendrá, e intentan imponer una camisa de fuerzas en
nuestras vidas.
Planes para el mal y no para
el bien, todo fríamente calculado, y esto incluye el reforzamiento de un
sistema y el desarrollo de normativas agravadas, que harán trizas a cualquier verdad que no sea
la versión oficial.
Cuando la maldad acaricia la
verdad, en un sistema diseñado para el mal, la única posibilidad latente es
deformarla, sin importar que esto implique destruir el activo más importante de
una sociedad, su gente.
Por eso el único camino
transitable para la nueva libertad del hombre, será la nueva rebelión universal.
Pero en cada nación deberán florecer los líderes buscadores de la verdad, y
calar en la mente de una sociedad adoctrinada para ver lo malo como bueno, y
para mirar con desdén hacia otro lado, mientras la gangrena termina de matar
las libertades.
Ah, pero ahí están los
defensores de la letra de la ley, si esas leyes que le dan forma al peor crimen
de lesa humanidad que se comete en estos días, el genocidio de las libertades,
de la privacidad y de los derechos humanos.
Y mientras la riqueza les acompaña,
pues el acceso a la justicia es realmente una utopía, la auto destrucción parece
ya indetenible.
Una desobediencia civil, la
estrategia perfecta de la Omnicracia y de los Anarquistas, un estado sin gobiernos,
con reglas que solo puede imponer directamente el pueblo, no un grupo de
salteadores inescrupulosos, que por los afanes de la partido mafia, hacen y des
hacen con el presente y el futuro de la nación.
Por eso, cuando la maldad
acaricia la verdad y la deforma, y convierte en sistémico el desorden
conveniente pero disfrazado de leyes injustas, el único camino transitable será
necesariamente, la Desobediencia Civil.

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