DILEMA CESANTIA E INDEXACION SALARIAL

 

El dilema de la Cesantía y la Indexación Salarial

Julián Padilla

Evidentemente que se han politizado dos temas que tienen gran impacto en la clase trabajadora del país y su calidad de vida.

Habíamos hecho dos reflexiones por separado sobre ambos temas. En primer lugar con la Cesantía planteamos que el problema de la cesantía no era la cesantía sino la Cesantía. Y con el tema de la Indexación hicimos una distinción sobre dos caminos perfectamente aplicables, para que la indexación salarial pueda producirse. Uno por iniciativa del empleador a través de ajustes salariales y el otro por la iniciativa del gobierno central a través de la ampliación del gasto tributario.

Cuando decimos que el problema no es la cesantía, sino la cesantía, estamos dando más importancia a la alta rotación de personal previsible, por aquello de la disrupción de los agentes de Inteligencia Artificial en los procesos de trabajo por las automatizaciones. Esto catapultaría la productividad para lograr pasar del concepto natural de hacer más con menos, a hacer mucho más con mucho menos.

Esto traería como consecuencia, cambios profundos en el ambiente laboral, con variables humanas y emocionales envueltas, y al mismo tiempo un ahorro significativo de los costos fijos, además de economías de escala y de alcance.

Reduciendo el costo primo, mejorando la rentabilidad, pero al mismo tiempo, demandando un flujo inicial de pagos por concepto de cesantía, de montos nunca antes vistos.

De ahí, que toda la problemática de la cesantía presenta un dilema, entre el cumplimiento con el pasivo laboral acumulado, basados en la legislación vigente, y una modificación a la ley que solo impactaría a futuro, los nuevos compromisos a partir de la fecha de la promulgación del nuevo código laboral.

En el caso de la indexación salarial, pues así se le ha llamado, esta el planteamiento de exonerar de impuestos los salarios hasta 52 mil pesos mensuales.

Estos planteamientos han dejado una marca en todo el ambiente laboral público y privado. Pues el camino de la indexación aumentando el gasto tributario, implica el cumplimiento con el código tributario vigente y de ahí la presión política que se sostiene en el congreso nacional.

Esta propuesta estaría impactando al gobierno central, pues implicaría dejar de recibir impuesto sobre la renta por los salarios que se indexarían. El umbral actual está estipulado, para que los salarios por un monto de 35 mil pesos hacia abajo.

En ese rango situado entre los 35 mil y 52 mil pesos, habría un diferencial de 17 mil pesos aproximadamente, con el que se ha venido tributando aplicándole la tasa correspondiente, sobre la renta neta imponible y respetando el umbral exento vigente. Esta nueva exención aumentaría el gasto tributario, empuja en vía contraria a las pretensiones del ministerio de hacienda con las políticas fiscales del país.

De hecho, el rechazo de la población de no apoyar y reaccionar activamente a cualquier intento de reforma fiscal que implique sumar más impuestos, tendría un nuevo elemento negativo en la determinación del déficit fiscal que viene discutiéndose como meta a superar. Ojala que estos temas combinados no quieran utilizarse para forzar una reforma fiscal que traería protestas en todo el país y podría en riesgo el clima de negocios.

Con estos dos planteamientos re expresados en este escrito, podemos ahora situarnos en lo que hemos denominado el dilema de la Cesantía y la Indexación Salarial.

Pero primero permítanme citar el otro camino de la indexación que es más bien salarial que tributaria, y es cuando el empleador reconoce que el poder adquisitivo  de la moneda ha deteriorado el salario real, y realiza ajustes salariales, para por lo menos recuperar el poder adquisitivo perdido.

Y ahí vemos el doble impacto que podría tener en el empleador, si fuera de lo que es la indexación mediante el incremento del gasto tributario,  se ventila la indexación con aumentos salariales tanto en el sector público como privado.

Si en adición a un aumento salarial, se produce una necesidad de pagar altas sumas de dinero acumuladas por la cesantía a un porcentaje potencialmente importante de una nomina, la presión financiera sobre el flujo de caja de una empresa podría ser insostenible. Sobre todo cuando también se necesitan actualizaciones tecnológicas para la sostenibilidad competitiva, que demandan inversiones en todo lo relacionado a las automatizaciones y la IA.

El punto que siempre se ha tocado en los aumentos salariales, acordados de forma tripartita en los últimos años, siempre ha estado enfocado en el salario mínimo, y se han llegado a establecer salarios mínimos distintos considerando el tamaño de las empresas.

El debate se sigue acentuando con ambos temas, aunque con la cesantía, la presión social ha sido hasta ahora mucho mayor, por su politización.  Por lo visto, la presión de la cesantía va hacia el sector privado con mayor impacto en la liquidez financiera; y lo relacionado con la indexación y gasto tributario hacia el sector público, con los ingresos fiscales que se dejarían de percibir.

En ambos casos, el dilema está planteado, y es evidente, que el momento no es el más propicio para atacar estos temas, quedando como siempre de lado, algunos elementos que podrían contribuir a mejorar los flujos de caja del empresariado.  

Como por ejemplo descontinuar la práctica incorrecta de cobrar a las empresas un anticipo de impuestos sobre sus ventas, cuando aun no se sabe el resultado final de sus operaciones en cada ejercicio fiscal.

Si a esto le sumamos la visión país que se ha planteado para 2036 y las respuestas de los sectores económicos, productivos e industriales, los factores de sostenibilidad competitividad y posicionamiento internacional real, también ponen una camisa de fuerza a las pretensiones de una política fiscal agresiva.

Al parecer, solo una salida consensuada para estos temas de la cesantía y la indexación salarial potencialmente mixta, pueden lograr el objetivo, de mejorar la calidad de vida, sin deteriorar las finanzas tanto pública como privada.