Más droga que nunca
Julián Padilla
La proporcionalidad en los
desencuentros calculados o no, con los crecientes cargamentos de cocaína y
otras drogas que pasan por el maravilloso “puente natural y hug logístico”
predilecto de los carteles del Caribe, traen como consecuencia no solo el
incremento sustancial de los éxitos del negocito, sino también de manera
proporcional los necesarios decomisos, que dan muestras del compromiso ó
fachada de que se combate el flagelo.
El cuento del combate
siempre lo hemos descrito como la magia conveniente de los que se enriquecen
rápidamente, aprovechando las oportunidades que los anillos del poder
representan, y siempre en combinación con elementos clave del sistema vigente,
camuflado y efectivo para tales fines. Tal vez por este tema ya no habrá Cumbre
las Américas en dominicana.
Es
toda una orquesta perfectamente afinada, la que realiza los conciertos simultáneos
de la droga en los crecientes puntos estratégicos del país.
Los rangos están
involucrados, y todo el aparato de apoyo que da fuerzas y consistencia a las
cadenas de valor del crimen organizado internacional, y que financia como se
sabe, múltiples candidaturas y cargos políticos en nuestros países bananeros, pues
es parte de la estrategia de negocios.
La partidocracia se ha
convertido en partido mafia, y los carteles se visten de gala en el ambiente
político, estando “todos los partidos con posibilidades de poder”, minados,
adiestrados y comprometidos, con una frase pragmática de la ética situacional
vigente: hacer lo que haya que hacer, para llegar y mantenerse en el poder. Y
como lograr éxito político implica mucho dinero, entonces no importa la fuente,
porque lo que importa es llegar.
Cuando participar con
posibilidades de éxito en una candidatura a diputados cuesta al menos 60
millones de pesos en tierra de machepa, es imposible que si esos recursos
fueran propios y bien habidos, se tiren por la borda, salvo el caso de algunos
ilusos, que empeñan hasta los calzoncillos, para luego sufrir traiciones, desengaños o derrota.
Pero la gran mayoría,
consiguen el dinero de cualquier fuente, y eso necesariamente incluye el fango
predilecto del narco tráfico, el lavado, el testaferrato y el crimen
organizado.
Cuando recientemente leemos
que en estos cinco años 2020-2025 se han incautado mas cargamentos de drogas
que los que se lograron entre el 2005 y el 2020, necesariamente podemos irnos
al criterio de la proporcionalidad y siendo tal vez algo más técnicos, a la lógica
de Paretto.
Pero si nos detenemos por un
momento en algunas medidas que se han tomado en el tiempo, que limitan la
participación ciudadana en actividades nocturnas hasta las dos de la madrugada
por ejemplo, comprenderíamos una parte del proceso.
O si nos situamos en los
escenarios probables para la operatividad del sistema que permite echar hacia
adelante el negocito, podemos entender algunos puntos del engranaje holístico
del sistema.
Comprenderemos también el
crecimiento probable y el milagro económico de la Dubai del Caribe, aún en
tiempos de crisis regionales y hasta mundiales. Y hasta como nos atrevemos a
apostar a duplicar el PIB como meta del 2036.
Detengámonos por un momento
en estos elementos últimos para entender o refrescar el entendimiento y que
puede justificar o explicar en parte estos fenómenos.
La opacidad de los procesos
es vital, jamás se transparentaría por ejemplo, el impacto del crecimiento
económico y su relación estrecha con el lavado de dinero proveniente de múltiples
fangos especializados.
Pero suma, como sumará la
formalización de los más pequeños, aunque al hacerlo se hagan más pobres. Pero
se me ocurre, ¿Por qué no formalizar los puntos de venta de drogas en el país y
que también paguen impuestos?, así estaríamos parejos.
Lo otro que tampoco se
transparenta, son los códigos que los anillos de poder, sobre todo los
uniformados que en combinación con los carteles utilizan, para lograr
eventualmente dos cosas: que pasen al menos el 85% de los cargamentos y se
puedan atrapar en número, el 15% de los mismos, pero que representen los valores
más bajos.
Las excusas fundamentales
desaparecen, con la instrucción de hacer cualquier cosa mientras los bultos
caen y se recogen para proseguir la ruta de éxito, esto es parte de las
combinaciones efectivas en esa “logística de la seda caribeña”.
La famosa medida que data
desde la era de los 20 años morados, el cierre de los negocios de bebidas a
partir de las 2 de la mañana. Justificado al menos discretamente, por la naturaleza
del crimen organizado, que a partir de esa hora ha operado a toda capacidad y
por ende, no se garantiza seguridad ciudadana a nadie y con ello se evitan
daños colaterales.
Entonces, si a esto le
sumamos el hecho, de que dinero que se lava es dinero que entra al sistema, y
el dinero que entra al sistema aporta al PIB, entonces, no se trata del milagro
Japonés de la post guerra fruto de las inversiones para la re construcción,
sino del sistema local efectivo.
Prácticamente un centro de
excelencia, que deja también sus boronas en territorio nacional y muchas veces
inversiones, que crean trabajo mientras se construye y por lo tanto, “agregan
valor para el crecimiento económico”.
“Vistos estos escenarios
estratégicos y operativos hipotéticos” de lo que significa el negocito en el
país, se puede llegar fácilmente a una breve conclusión.
Que si bien es cierto que se
han requerido más acciones para la captura y decomiso de cargamentos, no menos
cierto es que ha aumentado mucho mas, el número y volumen del trafico de
ilícitos, lográndose el objetivo del negocio en su camino estratégico
internacional.
Queda entonces claro, que
a mayor cantidad de decomisos, mayor
circulación y desarrollo de la actividad narcótica en el país y con el
escenario criminal de la confabulación sinfónica cual maquinaria engrasada que
funciona, poco a poco hemos construido un estado cada vez más narcotizado.
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