lunes, 3 de noviembre de 2025

RECIPROCIDAD, DIGNIDAD, LEALTAD: ¿INCONDICIONALIDAD?



 Reciprocidad, dignidad, lealtad: ¿Incondicionalidad?

Julián Padilla

Hay una palabra que ejerce mayor influencia y que condiciona la existencia de la lealtad. Esta palabra es la reciprocidad, pués da sentido a un espíritu que se aferra a la dignidad y si tiene apego a la integridad, a valores y a principios, muy difícilmente se pueda caer en la trampa de la incondicionalidad.

Mucha gente persigue la incondicionalidad, sin embargo, ni siquiera siembran la semilla de la lealtad, pues no se da la reciprocidad con sus colaboradores. Muchos malos gerentes con el criterio de “para eso te pago”, le es suficiente para mantener un clima toxico y de maltrato en sus ambientes de trabajo.

Hace un par de días me detuve a mirar un episodio de una serie interesante. Se trata de una mujer que había decidido emprender y abrir su propio bufete de abogados.

Sin embargo, al llegar ese famoso día primero de abrir puertas, desde que entró comenzó a corregir a la recepcionista. Y en menos de 3 minutos ya le había llamado la atención cinco veces.

Pero la ejecutivo notó algo que no comprendía, y es que no vio a nadie del staff, luego de que había hecho acuerdos serios de trabajo. Cuando le pregunto a la recepcionista por ellos, esta le manifestó, que cuatro personas habían llamado para renunciar. Y la frustración de esta abogado experimentada, emprendedora fue tremenda.

Aunque la realidad comenzó a desvestirse al continuar con los episodios siguientes que dieron un giro a nuestra impresión inicial, y con esta llegamos a preguntarnos: ¿y quien pueda trabajar con esta tirana?

Me quedo con este ejemplo, a propósito de los criterios de dignidad, reciprocidad, lealtades e incondicionalidad que son los componentes del tema que queremos considerar.

Pero una pregunta fundamental nos viene de inmediato y partamos del criterio de que no se negocia la dignidad. ¿Es posible construir lealtades sin reciprocidad y dignidad?.

En estos momentos de la historia estamos presenciando la antesala a una gran traición universal, de aquellos que propugnaron todo el camino, por tener ambientes de trabajo con personal leal a la empresa y al cliente. Pero que por el afán de la súper productividad no responderán con reciprocidad. No solo por la rotación de personal que se prevé, sino por la misma cesantía en nuestro caso.

La ruptura de estas lealtades o la construcción de las mismas, se sustenta con patas de una mesa, remendadas y muy frágiles. Y aunque en la última década ha existido una estabilidad relativa, con una rotación de personal no tan alta.

La lealtad del cliente luce amenazada. La lealtad de marca se sustenta con grandes inversiones e innovaciones tecnológicas a pesar de la inflación.

La lealtad de los empleados hacia los directivos, entre los directivos y entre los mismos iguales, ha pasado de estar en jaque a estar en stand bye y ahora se vuelve a una jugada mortal en el tablero de ajedrez.

Las automatizaciones, tanto en los procesos de manufactura como de los trabajos de oficina, crearan una oportunidad muy importante de ahorro de costos fijos, y con ello se volverá a la etapa de duelo organizacional.

Por el impacto de la disrupción prevista, habrá  un sentimiento de traición. Ya se conocen de casos de despidos de personal utilizado para entrenar la propia inteligencia artificial.

¿Dónde queda la lealtad y la reciprocidad con estas experiencias que se tipifican como una buena práctica en estas automatizaciones? ¿Cuánta toxicidad acumulada habrá pues en los nuevos ambientes de trabajo?

No dudamos de que existan empresas con una política seria de respecto a la ética, y la dignidad humana y la responsabilidad social. Y que colaborarán con el personal saliente para que este pueda relocalizarse, en el caso de que fuese posible.

Pero ya conocemos las discusiones que se tienen en el congreso que no terminan solo por el tema del derecho adquirido de la cesantía. Y nadie menciona esta gran rotación de personal que vendrá y como eso afectara la calidad de vida de la gente.

Mientras tanto, al parecer no dejamos de estar cerca de la razón, cuando indicamos que el problema no es la cesantía, sino la cesantía. Esto desde la óptica de los nuevos desocupados o nueva gente ociosa.

Pero desde la visión que puede identificarse en la otra cara de la moneda, se trata de no honrar ese pasivo laboral que debió ser acumulado por años y reservado anualmente, para utilizarlo correctamente en cumplimiento con la ley vigente.

Al momento en que se apruebe el nuevo código de trabajo, con o sin cesantía, el pasivo laboral acumulado deberá pagarse, apegado a la ley que le acumuló. Esto porque las leyes no son retroactivas.

Sin embargo volviendo a la optimización de productividad y los ambientes de trabajo, las lealtades están seriamente amenazadas, y cabe nuevamente la pregunta que hemos hecho públicamente recientemente: ¿Quién tiene el poder?.

¿Qué pasaría si los colaboradores se ponen a una y deciden entre otras cosas?:

1) no entrenar a la inteligencia artificial

2) no informar a entrevistador alguno  que desee documentar la forma como se hacen las cosas en los procesos que maneja.

3) mantenerse con las manos caídas hasta que no se le dé la seguridad de cumplimiento con sus derechos adquiridos.

4) oponerse abiertamente a la implementación de los procesos relacionados con la inteligencia artificial en la empresa.

Y una pregunta final que podría hacer esto que decimos como totalmente posible y predecible: si la empresa no puede garantizar lealtad hacia sus empleados, ¿porque los empleados serán fieles a pesar de que ellos mismos deban desfilar al paredón?

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su opinión es importante!

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Nada es casual, no son hechos aislados

Nada es casual, no son hechos aislados Julián Padilla Esa es nuestra Partido Mafia, no le quepa la menor duda. Es la cultura política de...