Nada es casual, no son hechos aislados
Julián Padilla
Esa es nuestra Partido Mafia,
no le quepa la menor duda. Es la cultura política de una banda de música que decidió engancharse a políticos, con el único fin
de asegurar “su futuro” haciendo de la suyas.
Hace tiempo que murieron los
ideales, los soñadores, los que aspiraban e inspiraban de corazón a un país mejor. Los que
otrora sostenían la bandera del desarrollo y de elevar el estandarte de lo
recto, de los valores y principios, languidecieron, murieron o claudicaron.
Todavía se oyen voces de quienes fueron dignos representantes de las verdaderas luchas populares, y hoy ni si
quiera dan pena. ¡Cuánta credibilidad, cuanto fuste, o nadie sabe si cuanto
camuflaje y manipulación de la verdad!.
Pero la incidencia era cierta,
la gente creía en esos personajes, y sin ser de un partido, parecían ser
militantes. Hoy militar en un partido, solo sirve para llevarse una tajada del
pastel, lograr algún favor político o algún nombramiento. No para servir ni
engrandecer la nación sino para enriquecerse.
Lo que hoy se presenta como
la súper corrupción, es el pan nuestro de cada día, pero se necesitan de
muestras botones, para mostrar al mundo que combatimos lo mal hecho.
No puede ser un hecho
casual, cuando leemos la nota de la premeditación, y la pre organización de
todo un entramado. Pero tampoco lo es la apariencia de combate al narco tráfico
disfrazado de cooperación con el invasor Yanki, que de manera abusiva e
inconsulta con el Soberano Mandante, mantiene tropas en la base aérea de San
Isidro y en el aeropuerto internacional las Américas.
Cuando está clarísimo del
papel preponderante que ha jugado como marca país el tremendo hug logístico
para el cartel de las drogas y el tráfico internacional de sustancias
prohibidas, dada la localización geográfica de la isla.
Nada de esto es fortuito, ni
casual, ni tampoco obedece a hechos aislados. Cuando la cultura que predomina
es la del aprovechamiento de la oportunidad para hacernos ricos con el dinero público,
y como contrapartida recibimos el premio del homenaje social, la presión que se
recibe frente a cualquier nombramiento, pone a pensar dos veces a cualquiera
que se respete, antes de aceptar cualquier cargo público en la nación
dominicana.
Los casos seguirán
explotando y no porque contamos con un control interno y externo oportuno y
confiable. Ya que todos formamos parte del sistema.
Y las cosas se saben, porque las traiciones y los caballos de Troya
están diseminados por todas partes, y la filtración de información a los
afamados “investigadores” no cesan, los cuales también hacen su agosto, pues
son los únicos que se enteran de primera mano del los grandes escándalos que
luego se comunican a la nación. Pero nada de esto tampoco es casual, es parte
del sistema, así son las cosas en la Dubái del Caribe.
¡Pero no se puede servir a
dos amos, servimos a Dios o a las riquezas!.
Pero en adición a la
inoperatividad gracias a la incompetencia de muchos funcionarios compañeritos,
y a su nepotismo rampante, y la formación de las Dunas del Harem que se
enquistan entre divas, chapeadoras y cornudas en la cosa pública, vemos coger forma
el polígono perfecto de la mafia: dinero, poder, prostitución, y corrupción a
todos los niveles de la cosa pública. De esto no se salva nadie en el
organigrama de la gestión pública, incluyendo algunos izquierdosos, que eligen
su propio género para sus travesuras sexuales.
La degradación moral y ética
a la que se ha sometido al país es profunda. Y tal vez estemos exagerando, pero
nos parece urgente un empoderamiento social serio, oportuno, consistente,
insistente, y decidido, para imponer lo que hemos denominado la Ley del
Soberano Mandante, que pronto estaremos compartiendo.
El látigo de Cristo en las
manos del soberano mandante es vital, para echar sin retorno lo que no sirve en
los tres poderes del estado y en los órganos constitucionales. No se trata de banderías
políticas, porque la incredulidad y la falta de nobleza institucional que
vivimos es tal, que no es un tema electoral, al parecer, ningún cuadro político
de partido alguno puede tirar la primera piedra.
Hemos desarrollado como
sociedad un sistema, una forma de operar, donde para sobrevivir de alguna
manera tenemos que pecar. Y cuando digo pecar no me refiero a lo religioso,
sino a entrar en conflicto con lo ético, lo moral, los valores y los
principios, que lamentablemente no siempre coincide con la ley.
¡Y qué importa, coge lo tuyo
y vete!, total ¿Qué tu vas a resolver?. ¡No seas pendejo aprovecha, que las
oportunidades son calvas!.
Se necesita un alto
inmediato en el camino, pero lo más difícil es que lo peor demostrado y
percibido, quiera entonces venir a la fuerza a sobre actuar. La irritación que
esto puede producir puede llevar a un brote de violencia en respuesta a la
violencia que representan sus despropósitos.
Mano dura, es la expresión más
frecuente, ¿pero mano dura por quienes y para quienes?. Me temo que este va a
ser un diciembre muy peligroso y tormentoso. Hemos convertido el país en algo más
peligroso que una selva. La gente está cansada en todos los estratos sociales,
y las reacciones populares están a flor de piel.
Y eso que parecería una
reacción espontanea, de repente es lo deseado, por los titiriteros que aúpan el
golpe blando en el país, un golpe que a todas luces parece institucional.
Crear el desorden, imponer
el estado de excepción, completar el proceso de fusión que los INCONDICIONALES
no quisieron reconocer, y ya invadidos con tropas yanquis aquí, sufrir la
consecuencia de convertirnos abiertamente en un estado fallido.
Si no despertamos a tiempo,
la intervención que en teoría persigue un combate regional, se puede convertir
en una ocupación militar de la nación dominicana y de la isla. Pero que le
importa al internacionalismo del PRM y su incondicionalidad con la ONU. Todo va
viento en popa, y que vivan Desalines y Tousaint Louverture.






