Conservación de la Especie: Primero lo Primero.
Julián Padilla
¿Quién tiene el poder?, esa
pregunta una vez se la hice al socio de una prestigiosa firma de profesionales.
Pues cuando se presento el dilema, de arriesgar la vida para atender a un
cliente, el empleado sencillamente dijo, lo siento, pero no arriesgare mi vida.
Por eso le preguntaba al
Director General, ¿quien tiene el poder?, ¿tiene el poder la empresa o sus empleados?
Y claro, no es lo mismo
cuando las decisiones que se toman no incluyen el parecer de los colaboradores
y se le instruye asistir a un trabajo en particular. En circunstancias
normales, cuando no se corre peligro, la respuesta es prácticamente automática
y los colaboradores se preparan y atacan e problema visitando y asistiendo al
cliente en sus requerimientos.
Pero cuando se presenta el
dilema de arriesgar la vida o la salud, o la prioridad que se da a otros temas,
esta pregunta podrá ser válida. Hay un decir conocido, aunque no compartido por
todo el mundo, pero que a pesar de esto no deja de ser cierto: “no todo el
dinero conviene”, “hay dinero que no se gana”. Es que sin caer en los temas
discriminatorios, esa debida diligencia también la hacen de forma consciente o
inconsciente, aquellas personas sensatas y que tratan de mantener la integridad
y la ética en sus relaciones comerciales.
Aunque claro, va a depender
mucho del pensamiento, filosofía y el amor al dinero que se tenga, y que muchas
veces pesa tanto, que sabemos hasta venderle el alma al diablo.
Pero aunque me adentre en
este tema realmente es un preámbulo, al tema que nos invita a reflexionar y es
la conservación de la especia. Aunque al presentarse el dilema para decir que
si o que no nos atrevemos a realizar un trabajo por los riesgos para la vida,
estamos en el mismo terreno de ese instinto de conservación de la raza humana
que no es otra cosa, que la misma conservación de la especie.
Sin embargo hay un tema que
esta acariciando a todo el planeta y que está situando a la raza humana en un
potencial gran peligro. Si, ese mismo elemento disruptivo en el cual usted está
pensando. La inteligencia artificial, la automatización de una gran cantidad de
procesos de trabajo, el desplazamiento de un porcentaje superior al 40% de los
puestos de trabajo, la presión competitiva, que hará que todo el monto cambie
de paradigma y tenga que redefinir sus organizaciones, no porque se tenga el interés
de hacer daño, sino porque para poder competir, será necesario hacerlo en
calidad, precios, servicios, rapidez, costos y la misma rentabilidad del
inversionista.
Esto lo hemos venido
viviendo por décadas con otros elementos disruptivos que han cambiado la forma
de pensar, actuar, gerenciar. Y ya es bien conocido lo que es prácticamente un
axioma gerencial: cuando un paradigma cambia todos volvemos a cero.
Me imagino a los ilustres
conferencistas facturando por hablar bonito, y sembrando con o sin conocimiento
de causa, lo que será la gran tragedia humana, que previamente habíamos
descrito en otro escrito.
Parece que estamos siendo
reiterativos, pero la verdad es que luciría que estamos muy contentos con la
posibilidad de hacer común el dicho que se utilizaba como chiste: cógele el
sonido.
Es que como todo es virtual,
digital, en una ocasión un señor hizo aterrizar a su compañero que trataba de
convencerlo para que utilizara una alternativa distinta a lo que implicaba la
forma natural de actuar, y entonces con sarcasmo, saco una moneda que tenía un
hilo atado, lo tiro al suelo y le dijo, cógele el sonido. Ve y cobra con el
sonido. Cosa realmente imposible.
Pero ahora no se trata de un
chiste y talvez no sea el mejor ejemplo. Pero los “avances” de la tecnología
hibrida, la capacidad de los robots de realizar el trabajo humano, la amplísima
posibilidad de que el nuevo ambiente de trabajo, tenga que obligar a la
coexistencia entre el hombre y una maquina que le colabora y hasta que le da órdenes
o le supervisa o le controla.
El hombre, ha creado el
mecanismo más deshumanizante de su historia. Con esto ha superado las mismas
aspiraciones de ser dios y aquella conocida historia de la torre de babel.
Ahora desde otra torre, la
torre de marfil, se dirigen los esfuerzos, para un desplazamiento masivo de
puestos de trabajo, a todos los niveles. Se habla de la posibilidad de gerentes
y hasta CEOs robots. Hablamos de robots en las calles patrullando, en los
hospitales atendiendo pacientes, en los bufetes de abogado elaborando
contratos, de repente, hasta el la casa blanca o el palacio nacional dirigiendo
la nación.
Esa gran tragedia humana que
representa que el derecho al trabajo y la dignificación que este produce, sea
ahora compartida con las maquinas y que la ociosidad se fomente junto a los
males que son consabidos vienen con ella.
La especie humana sin
embargo despertara y como siempre no solo vencerá en la conservación de su
especie, sino que destruirá como siempre a sus enemigos y en este caso, esa
destrucción de este invento disruptivo, podría llegar a su fin, cuando ese despertar
surja de forma planetaria, para preservar el sagrado derecho al trabajo que
siempre ha dignificado al hombre.
Deberá surgir un nuevo
Martin Luther King y otros líderes que defiendan los derechos humanos y de los
trabajadores. No me refiero a sindicalistas que funcionan por precio, Sino a
verdaderos humanistas que no se arrodillan ante ningún evento, ni se venden al
mejor postor.
Este desplazamiento del
hombre por maquinas, no solo traerá un ocio tremendo, sino también muchas
enfermedades, frustraciones y muerte.
La conservación de la
especie, triunfará nueva vez. Quienes quedarán en la obsolescencia o
desplazados a un segundo plano, serán las máquinas y la pregunta que hicimos al
inicio: ¿Quién tiene el poder? Tendrá que tener una respuesta fuerte y global:
el hombre tiene el poder no la IA, ni los híbridos ni los robots.

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