La Salida menos violenta
Julián Padilla
Desde hace un tiempo venimos
recordando el cuento del lobo, y como a la abuelita de caperucita su lobo le
llegó.
De muchas maneras hemos
advertido al país y sobre todo a las autoridades, de la necesidad de
reflexionar y re pensar el país que queremos. Y lo hemos dicho claramente:
necesitamos una nueva estrategia nacional de desarrollo aprobada por un
Referéndum, no por un congreso que no representa al pueblo dominicano.
Hemos insistido en la fórmula
definitiva pero que evitan los políticos y es la inefable formula del Soberano
Mandante, si es que queremos rescatar el sentimiento democrático y con ellas establecer
practicas y sistemas más aceptables.
Desde que ocurrió en
Paraguay el incendio en su parlamento, ya teníamos condiciones en el país para
un nuevo estallido social, y hacia mucho más tiempo, que el congreso nacional
se divorcio sin forma de reconciliación del pueblo dominicano.
Y claro está, el proceso de
des institucionalización del país continuó y continúa de manera indetenible,
los robos al erario, el crimen organizado, el enriquecimiento ilícito, el
delito de cuello blanco, la impunidad e inmunidad de los políticos ladrones
pero pegados, son el pan nuestro de cada día en nuestra querida quisqueya.
A todo esto le sumamos el
intento de mordaza y llegamos hasta la perla de un código penal que castiga el
ponerle el cascabel al gato y llamarle misifus al felino.
Hemos descrito el círculo de
la extorsión, el sistema estructurado de la mafia de la partidocracia y su
vital enriquecimiento ilícito, los sistemas que lucen estar instalados para la
corrupción administrativa, la manipulación agresiva de las masas y el abuso de
poder diseminado mediante el chantaje de los aparatos represivos del estado.
Una tristeza y rabia
compartida por toda la población dominicana, por un nuevo fiasco político,
ahora la gestión del cambio, aunque hay un porcentaje que aunque no habla, no
deja de golpear cacerolas, y esto para poder cuidar el puestecito.
Un populismo y clientelismo
instalados y maximizados, de forma tal que existe una virtual fragmentación de
la sociedad y de la familia dominicana. Decía hoy la prensa, que casi el 50% de
los empleos dependen del sector público. Y claro, esto es prácticamente un
proceso típico para garantizar elecciones compradas.
La reelección presidencial
del cambio no fue otra cosa que eso, ese porcentaje salió a votar, la reelección
paso en primera vuelta, y ni celebración hubo, y como, si ha sido el peor
gobierno de la historia.
Pero no nos basta toda esta parafernalia
y la enorme crisis social y política creada y profundizada, que virtualmente
mantiene al país, viviendo encima de un polvorín. Sino que también tenemos los
timbales de mostrar los fósforos y las mechas, creyéndose el cuento que con mas
narrativas anti pueblo, se puede inyectar al país una dosis de tranquilina,
cuando la rabia colectiva crece y la violencia reprimida está a punto de estallar.
Diariamente vemos ejemplos
de explosiones sociales individuales, frente a lo que la gente considera abusos
de poder, y al mostrar esa agresividad por el portar un arma o un uniforme
estrujado, la gente reacciona con mucho más coraje, dispuesta a morir si es
necesario, pues casi siempre se trata de ciudadanos desarmados.
Hombres y mujeres han sabido
reaccionar y lo seguirán haciendo, frente a la desvergüenza que constituye el
que no se merezcan el respeto de nadie. El último caso es paradigmático: la diputado
y la militar del CUSEP.
Es rabia comprimida,
violencia que necesita expresarse, y disposición de mucha gente a ayudar al
desgobierno del cambio, a terminar de hundir el barco, que con tanta eficiencia
han planificado destruir.
Parece que el tiempo de las
ovejitas mansas ha terminado en la nación dominicana. Si usted toma la empatía
zero del gobierno expresada en acciones todas planificadas: el alza del dólar
por aquello de la meta de inflación, el aumento descarado de precios, el robo
en los pesos netos y baja calidad en supermercados, el descaro de las
autoridades queriendo racionalizar o justificar lo imposible, el promover la
narrativa pagada a malos dominicanos que utilizan su saber para terminar de
hundir el barco, la promoción descarada de la reforma fiscal, apagones
programados.
Todo para imponer la más
cruel medicina al país. Ahí están, fosforo y mecha y la Nepal del Caribe
esperando el próximo invento de la magnífica gestión del cambio.
Pero la traición a la
familia dominicana es tal, que con todo esto planeado, llamamos al FMI (los
Chacales de Perkins) para que ellos digan lo que queremos hacer. Porque
necesitamos exprimir al pueblo, matarlo de hambre si es posible, o garantizar
al menos a ese 49% de empleados que representan al sector público sigan con sus
empleos.
Un comportamiento de
mafiosos, la cosa nostra al timón del barco nacional. Un pensamiento
característico de una sicopatía gubernamental integrada. Pero se han ganado el
odio de la población. Por eso “nadie respeta a nadie”, y eso es muy peligroso.
De la Rua en argentina tuvo
que salir corriendo y huir en helicóptero por aquello del corralito. Jorge
Blanco y los bandidos del Jacho Prendío huyo vestido de mujer en 1984.
En Yakarta recientemente
quemaron el congreso nacional por bandidos, en Katmandu Nepal sucedió lo propio
incendiaron oficinas gubernamentales. Y a la Dubai del Caribe le falta muy
poco, para que se encienda la asamblea nacional con todos los felinos dentro.
El camino menos violento está
claro, y lo hemos sugerido desde hace un par de años con el proyecto del
Soberano Mandante. Además de un Referéndum con un detalle de temas a aprobar
por el pueblo, no por un congreso que no le representa.
Que “todos los que han sido
funcionarios en los últimos 25 años, esto incluye a congresistas, alcaldes,
regidores y órganos constitucionales, devuelvan lo que se han robado”.
Con esto será suficiente,
para pagar la deuda externa, sobre cubrir el déficit fiscal y comprar chiclets
para los muchachos. Atrapemos a los ladrones, todo el mundo los conoce, y dejen
de joder ya al pueblo dominicano.

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