La Honestidad es privilegio de la cuna
Julián Padilla
Aunque en nuestro país se
acepta como verdad el dicho que diferencia la guitarra del violín, para
referirse no a lo correcto sino a lo conveniente según intereses envueltos, lo
que necesariamente implica que todo depende, porque en el fondo la ética que se
practica es la ética situacional, y solo queda como potestad y soporte
infalible de la verdad, la conciencia y el leal espejo, del cual no podemos
escapar, porque aunque insistimos, es imposible engañarnos a nosotros mismos.
Esto no significa que no estemos
minados de una cantidad de sicópatas integrados a la política y de súper
mitómanos, (todos en las cúpulas políticas partidarias, muchos de ellos presidenciables),
donde solo ellos mismos se creen las verdades que intentan proyectar, a
sabiendas de que todo el mundo hace rato ni les cree, ni se las cree.
Pero en este ambiente donde
reina la mentira, la traición, el engaño, las manipulaciones de todo tipo, la extorsión,
la simulación, la demagogia, el populismo y el rampante clientelismo, donde lo
único que importa es el poder: llegar y mantenerse a cualquier precio. Hablar de honestidad es como encontrar
agujas en un pajal o encontrar con facilidad muelas de gallina.
La verdad no es querida por
los políticos, porque sencillamente la verdad desviste, muestra refajos y la
verdad es el anti valor que precisamente le es imposible poseer, y con la cual
no se logran resultados electorales, ni posicionamientos convenientes para
futuras negociaciones y alianzas de poder.
Por lo tanto, caemos en la
triste historia que me contaba un amigo pastor, cuando le preguntaba con mucha
humildad si valía la pena participar en política, y este me dijo lo siguiente:
“si vas a una discoteca, aunque no fumes, saldrás con olor a cigarrillo en tu
ropa y hasta en tus cabellos” y “si te subes al barco de la política, te
encontraras con todo tipo de alimañas y será muy difícil que no te salpiques
del inevitable fango donde dichas alimañas viven”.
Y es que precisamente un
conjunto de anti valores son los que hacen fuerte el pragmatismo de la política,
donde no sirven para mucho los principios, la moral y la ética, ya que “con eso
no se va al supermercado”.
“El día más importante es el
día de las elecciones”, me decía una vez un experimentado político, y ese día,
hay que hacer lo que sea que se tenga que hacer para ganar. Y por lo visto, lo mínimo
es comprar cedulas, comprar delegados, robarse unas urnas o boicotear unas
elecciones como las de febrero del 2020.
Pero en ese ambiente de la política,
los actores más corruptos son soldados
de la democracia y son los que mañana, si se llega al poder, hay que
redituarle y pagarle el favor político, pagando el valor de su factura, para
ser al menos consecuente con la mafia política que le llevó al poder.
Nombramientos y premios injustificados hemos visto en estos cinco maravillosos
años del cambio.
Entonces cuando traigo a colación
esa moción, de que la honestidad es privilegio de la cuna, hago referencia
necesariamente al hecho, de que no se pueden esperar actuaciones correctas, de
personas que por sus propias marcas familiares, ya vienen sellados como las
reses, formándose desde la cuna, con los paradigmas de la gavilla para la
estafa, el enriquecimiento ilícito, de una participación activa en el crimen
organizado, el lavado o en el delito de cuello blanco. Para muestras hay muchos
botones, tome un curso de corte y confección y se dará cuenta enseguida.
Siendo así, no puede ser
sorprendente que personas que ocupan o han ocupado posiciones de relieve en la función
publica, finalmente muestren sus paños menores, y hagan lo que todos hacen:
enriquecerse ilícitamente, aprovechar el poder que le otorga el puesto para
asignar contratos a socios de la estafa, el robo, la malversación de fondo, el
diseño e implementación de fraudes al estado, tranquilamente, como si nada
pasará, y no les pasa, porque así opera nuestro sistema para la corrupción y
los corruptos no para el interés nacional.
Entonces
va quedando claro que ciertamente “la honestidad es privilegio de la cuna”,
pero también, “hijo de gato caza ratón”.
Pero encima de todo, y
dejando de lado lo que vivieron desde la cuna, la cultura misma en el ambiente
político, ese hábitat del fango en esa nave de la corrupción administrativa tan
deseada y por la cual se matan los políticos. ¿Cómo será posible actuar
correctamente, cuando el mismo sistema está diseñado para el robo, el saqueo y
también para el establecimiento de chivos expiatorios?. Dicen que los que lo
intentan, no duran en los cargos, ¿Por qué será?
Porque claro, algo hay que
hacer para demostrar que se combate la corrupción, el crimen organizado, el
lavado y el narco tráfico en el país.
Decía Elito, así le decían
al autor de la canción Lucia: “nacemos honestos, como se nace artista”… “la
honestidad no es privilegio de la edad sino de la cuna”. Y es increíble cómo se
puede entonces diferenciar la estirpe de la calaña.
Y como esa calaña se ha
constituido en la cuna de mafiosos, corruptos, lavadores, estafadores y desfalcadores
del erario público. Pero lo importante es llegar al poder, y los compromisos
políticos con esa calaña es más poderosa que el interés nacional. Por eso, “ahí
tienen los gobiernos que se merecen”, ¡que cada hoyo financiero, cada déficit
fiscal lo pague el pueblo con más impuestos!.
Así que escándalos vienen y
vendrán y lo que a penas se descubre hoy, sepa usted, es solo la punta del
iceberg, ¡porque algo hay que hacer, para demostrar que se combate lo mal hecho
en la función pública!. Así se construye la narrativa política en los partidos
de gobierno.


