viernes, 21 de febrero de 2025

El don de la palabra: comunicadores y periodistas

 


El don de la palabra: comunicadores y periodistas

Julián Padilla

La comunicación es un proceso donde intervienen varios elementos: quien intenta comunicarse (emisor), quien recibe el mensaje (el receptor), el mensaje (contenido y forma de lo que se expresa) y la retroalimentación (que nos asegura que el mensaje fue entendido, tal cual fue emitido).

En la comunicación se pueden dar varios niveles de escucha, que muchas veces se traducen en problemas, que obligan al emisor a buscar la retroalimentación, pues es quien debe asegurarse que lo dicho fue descodificado correctamente.

En esos niveles de escucha encontramos personas: a) que no escuchan, b) que atienden por no entienden c) que escuchan de manera selectiva (estos son los más peligrosos)d) que fingen escuchar  y e) la escucha empática.

También en el proceso de comunicar tenemos varios formatos o estilos que se relacionan directamente con la intención de quien comunica. Entre esos tenemos: la comunicación franca y directa, la comunicación asertiva, la comunicación vehemente, la comunicación despectiva, la comunicación agresiva, la comunicación entre líneas, la comunicación incompleta, la ironía, el sarcasmo, la ficción, las metáforas, las paradojas, la comunicación manipuladora, la mentirosa y hasta la bien intencionada pero sin contar con la razón. De hecho una persona puede estar vehementemente equivocada, tener gran carisma y convencer al mundo de una gran mentira.

El don de la palabra se enriquece definitivamente con el acervo cultural que pueda tener la persona, y difícilmente una persona que tan solo estudio comunicación social o se llame periodista, pueda tener mayor acervo cultural que otra, que aunque no estudio periodismo, tenga además, el don de la palabra.

Una persona puede ser carismática y a la vez ser un farsante y sino pregunte a nuestros afamados encantadores de serpientes y expertos manipuladores. Tener carisma no es sinónimo de ser honesto ni de tener buenas intenciones.

Usted puede ser un buen reportero y hasta un buen periodista y ser un comunicador mediocre.

¿Pero porque traigo este tema en estos momentos?. Es muy sencillo, se pretende que todo el que tiene un celular, no sea un reportero, cuando es inevitable no serlo cuando se tiene algo más importante que una profesión: el corazón de humano y la sensibilidad ante los abusos, injusticias y el sufrimiento ajeno.

Si queremos coartar el derecho a la libre expresión a los que no tienen el titulo de comunicador, entonces deberíamos borrar nuestras historia reciente y quitar el numero de presidente de la república a varios presidentes precisamente del PRD, me refiero a Silvestre Antonio Guzmán y al mismo Hipólito Mejía, quien osaba utilizar improperios cuando le venía en gana. Y tal vez premiar a uno de los más grandes delincuentes de cuello blanco y condenado en contumacia, pero con una capacidad para comunicar por encima del promedio al ser abogado, Salvador Jorge Blanco.

En los procesos de comunicación hay cosas que son más claras que el agua, y que cantan más claro que un gallo: las imágenes y el lenguaje corporal. Cuando usted ve la imagen de un agente de DIGESET o de la policía nacional abusando de un ciudadano, ni tiene que decir lo que todo el mundo desea decir: malditos. Pues la imagen lo dice todo.

Y la palabra maldito no es un improperio, la misma biblia indica claramente en jeremías: maldito el hombre que cree en el hombre.

El gobierno del cambio se ha desacreditado y callando la voz del pueblo no va a tapar el sol con un dedo, y abusándole mas mucho menos. A no ser que se pretenda un llamado a la anarquía y a convertirnos en otro estado fallido en la isla.

Se está queriendo utilizar la desinformación del caso USAID para poner una mordaza al corazón del pueblo dominicano, aunque este tiene sin lugar a dudas un corazón duartiano.

Parece ser que el gobierno del cambio desea hacer un llamado a desobediencia civil, queriendo volver con la ley del DNI y la ley endurecida de la libertad de expresión y difusión del pensamiento.

El pueblo dominicano está harto de los pésimos gobiernos, son 30 años seguidos de abusos de poder, con el sello gomígrafo cantante en el congreso nacional, el enriquecimiento ilícito, impunidad, desarrollo de un narco estado y maltratos al dueño del pastel: el soberano mandante.

El país ha quedado sin dolientes, aquellos tremendos paladines de la justicia se han desprestigiado todos junto a los partidos políticos tanto, que no pueden mirarse dignamente en el espejo.

Las redes sociales, el uso de un dispositivo, el acceso a internet y a las redes, se ha convertido ya en una necesidad humana en el mundo, y la República Dominicana, no va a ser la excepción, porque se pretenda callar la voz del soberano mandante, que cada día está más claro, que se equivoco al darle paso a un cambio que ha resultado ser más de lo mismo.

La ruptura del contrato social como hubiese dicho mi querido profesor Fafa, si todavía se recuerda de sus verdaderas luchas, ese contrato social nunca había estado mas roto y fragmentado que ahora.

La farsa del cambio es imperdonable y las pretensiones que viene mostrando para remendar los entuertos que el mismo gobierno ha creado, con mordazas a la población, no serán aplaudidas ni apoyadas por un pueblo que ya no le quiere.

Esto incluye a los hipócritas que marcharán mañana para darle apoyo a la insensatez, cuando se les requiera salir a defender sus puestos de trabajo.

Pero no está solo el PRM en la destrucción de la república. Les acompañan los demás partidos mayoritarios, compromisarios de los mercenarios despropósitos: algunos aliados directos otros aliados subliminales o laterales.

Joaquín Balaguer no se equivocó cuando se pronuncio contra el camino malo. Solo le faltó indicar, que todo, todo lo que nace del paradigma del jacho prendió, no puede ser bueno y la historia lo ha demostrado.

Pero dice el Señor: vosotros sois la luz del mundo, una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder, ni se enciende una luz y se pone debajo del almud, sino sobre el candelero y alumbra a todos los que están en la casa. Y también dice claramente: Lo que os digo en la oscuridad, habladlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.

¿Puedo decir un san Antonio?

 

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