El
don de la palabra: comunicadores y periodistas
Julián Padilla
La comunicación es un
proceso donde intervienen varios elementos: quien intenta comunicarse (emisor),
quien recibe el mensaje (el receptor), el mensaje (contenido y forma de lo que
se expresa) y la retroalimentación (que nos asegura que el mensaje fue
entendido, tal cual fue emitido).
En la comunicación se pueden
dar varios niveles de escucha, que muchas veces se traducen en problemas, que
obligan al emisor a buscar la retroalimentación, pues es quien debe asegurarse
que lo dicho fue descodificado correctamente.
En esos niveles de escucha
encontramos personas: a) que no escuchan, b) que atienden por no entienden c)
que escuchan de manera selectiva (estos son los más peligrosos)d) que fingen escuchar y e) la escucha
empática.
También en el proceso de
comunicar tenemos varios formatos o estilos que se relacionan directamente con
la intención de quien comunica. Entre esos tenemos: la comunicación franca y
directa, la comunicación asertiva, la comunicación vehemente, la comunicación
despectiva, la comunicación agresiva, la comunicación entre líneas, la
comunicación incompleta, la ironía, el sarcasmo, la ficción, las metáforas, las
paradojas, la comunicación manipuladora, la mentirosa y hasta la bien
intencionada pero sin contar con la razón. De hecho una persona puede estar
vehementemente equivocada, tener gran carisma y convencer al mundo de una gran
mentira.
El don de la palabra se
enriquece definitivamente con el acervo cultural que pueda tener la persona, y
difícilmente una persona que tan solo estudio comunicación social o se llame
periodista, pueda tener mayor acervo cultural que otra, que aunque no estudio
periodismo, tenga además, el don de la palabra.
Una persona puede ser
carismática y a la vez ser un farsante y sino pregunte a nuestros afamados
encantadores de serpientes y expertos manipuladores. Tener carisma no es
sinónimo de ser honesto ni de tener buenas intenciones.
Usted puede ser un buen
reportero y hasta un buen periodista y ser un comunicador mediocre.
¿Pero porque traigo este
tema en estos momentos?. Es muy sencillo, se pretende que todo el que tiene un
celular, no sea un reportero, cuando es inevitable no serlo cuando se tiene
algo más importante que una profesión: el corazón de humano y la sensibilidad ante
los abusos, injusticias y el sufrimiento ajeno.
Si queremos coartar el
derecho a la libre expresión a los que no tienen el titulo de comunicador,
entonces deberíamos borrar nuestras historia reciente y quitar el numero de
presidente de la república a varios presidentes precisamente del PRD, me
refiero a Silvestre Antonio Guzmán y al mismo Hipólito Mejía, quien osaba
utilizar improperios cuando le venía en gana. Y tal vez premiar a uno de los más
grandes delincuentes de cuello blanco y condenado en contumacia, pero con una
capacidad para comunicar por encima del promedio al ser abogado, Salvador Jorge
Blanco.
En los procesos de
comunicación hay cosas que son más claras que el agua, y que cantan más claro
que un gallo: las imágenes y el lenguaje corporal. Cuando usted ve la imagen de
un agente de DIGESET o de la policía nacional abusando de un ciudadano, ni
tiene que decir lo que todo el mundo desea decir: malditos. Pues la imagen lo
dice todo.
Y la palabra maldito no es
un improperio, la misma biblia indica claramente en jeremías: maldito el hombre
que cree en el hombre.
El gobierno del cambio se ha
desacreditado y callando la voz del pueblo no va a tapar el sol con un dedo, y
abusándole mas mucho menos. A no ser que se pretenda un llamado a la anarquía y
a convertirnos en otro estado fallido en la isla.
Se está queriendo utilizar la
desinformación del caso USAID para poner una mordaza al corazón del pueblo
dominicano, aunque este tiene sin lugar a dudas un corazón duartiano.
Parece ser que el gobierno
del cambio desea hacer un llamado a desobediencia civil, queriendo volver con
la ley del DNI y la ley endurecida de la libertad de expresión y difusión del
pensamiento.
El pueblo dominicano está
harto de los pésimos gobiernos, son 30 años seguidos de abusos de poder, con el
sello gomígrafo cantante en el congreso nacional, el enriquecimiento ilícito,
impunidad, desarrollo de un narco estado y maltratos al dueño del pastel: el
soberano mandante.
El país ha quedado sin
dolientes, aquellos tremendos paladines de la justicia se han desprestigiado
todos junto a los partidos políticos tanto, que no pueden mirarse dignamente en
el espejo.
Las redes sociales, el uso
de un dispositivo, el acceso a internet y a las redes, se ha convertido ya en
una necesidad humana en el mundo, y la República Dominicana, no va a ser la
excepción, porque se pretenda callar la voz del soberano mandante, que cada día
está más claro, que se equivoco al darle paso a un cambio que ha resultado ser
más de lo mismo.
La ruptura del contrato
social como hubiese dicho mi querido profesor Fafa, si todavía se recuerda de
sus verdaderas luchas, ese contrato social nunca había estado mas roto y
fragmentado que ahora.
La farsa del cambio es imperdonable
y las pretensiones que viene mostrando para remendar los entuertos que el mismo
gobierno ha creado, con mordazas a la población, no serán aplaudidas ni
apoyadas por un pueblo que ya no le quiere.
Esto incluye a los
hipócritas que marcharán mañana para darle apoyo a la insensatez, cuando se les
requiera salir a defender sus puestos de trabajo.
Pero no está solo el PRM en
la destrucción de la república. Les acompañan los demás partidos mayoritarios, compromisarios
de los mercenarios despropósitos: algunos aliados directos otros aliados
subliminales o laterales.
Joaquín Balaguer no se
equivocó cuando se pronuncio contra el camino malo. Solo le faltó indicar, que
todo, todo lo que nace del paradigma del jacho prendió, no puede ser bueno y la
historia lo ha demostrado.
Pero dice el Señor: vosotros
sois la luz del mundo, una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder,
ni se enciende una luz y se pone debajo del almud, sino sobre el candelero y
alumbra a todos los que están en la casa. Y también dice claramente: Lo que os
digo en la oscuridad, habladlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo
desde las azoteas.
¿Puedo decir un san Antonio?

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